La verdadera capacidad de disfrutar de la vida se encuentra en el corazón de cada persona, en su pasión por amar la vida
Muchos llegan realmente a creer que poseer riquezas o bienes materiales, te facilita el camino hacia una vida más feliz. Y tal vez para algunos sí haya sido una realidad; pero en general no es así… La verdadera capacidad de disfrutar de la vida y gozar más plenamente de ella, se encuentra en el corazón de las personas, en su pasión por el amor a la vida, en su calidad como personas y desde luego en su cultura y actitud.
Parece que es mucho más importante encontrar la manera de disminuir las frustraciones y fracasos que tenemos durante nuestras múltiples actividades, que la persecución de un aparente éxito monetario o social. Pero no basta tener un hogar cómodo o una hermosa familia y muchos amigos, sino que es cuestión de enfrentar y superar los retos difíciles y no sucumbir frente a ellos.
El mensaje es muy claro: las personas nos damos a conocer frente a los problemas, ante los enemigos. Cuando las cosas no salen como queremos, cuando nos mienten, engañan o insultan, es ahí donde comprobamos de qué madera estamos hechos.
Es muy cierta la sentencia de que lo mejor de ti debe mostrarse frente a los que te odian, a los que se burlan de ti, a los que te humillan, a los que no te soportan, a los que te deben y, en fin, a todos a los que tú puedes discriminar. Es con ellos con quien se pone a prueba nuestra capacidad real de amar, pues tratar bien a quien te ama no exige ningún esfuerzo en especial. Pero, en cambio, amar a tus enemigos, sí que te lo exige.
Así que gozar no es tan fácil como parece, pues se trata de empeñarnos por desarrollar esa particular petición de ser amable y respetuoso, con quien no piensa como tú, o a quien te ha ofendido e insultado.
He conocido a muchas personas guardar enorme, e inagotable resentimiento, porque en el pasado los maltrataron e hicieron sentir terriblemente mal, tal vez hasta los traicionaron con una puñalada por la espalda. Y en vez de perdonar se han sumergido en un lamentable agobio, retacados de resentimientos y odios.
Esas experiencias tan frecuentes impiden gozar de la vida y no tienen que ver con nada del dinero o los bienes materiales, sino con la incapacidad de sobreponerse a esas ineludibles vivencias.
Sacudirse el rencor, el resentimiento, la falta de perdón, el dejar atrás los malos momentos, el vivir sin estarnos culpando y peor aún, castigándonos a nosotros mismos, puede ser un significativo avance en la conquista de la felicidad, mucho mejor que un auto nuevo o una sustanciosa cuenta bancaria.
En este tema de gozar de la vida, también hay niveles. Unos se enfocan en elevar su calidad de vida, empeñados en alcanzar una mayor cultura, una genuina espiritualidad y un demostrar que se puede ejercer la inteligencia emocional con magníficas relaciones humanas. Otros, en cambio, viven estresados, corriendo tras el dinero, los bienes materiales y muchos placeres banales que no abonan nada en especial al verdadero patrimonio, que nos conduce a disfrutar más de esta marravillosa experiencia de vida.
Para vivir con plenitud
A. Maslow (1908-1970), en su propuesta sobre la teoría de las motivaciones humanas, nos señala: «La persona que se autorrealiza puede afrontar con serenidad el fin de la propia vida, sin pedir nada más.»
Se trata de irse perfeccionando progresivamente, pero eso sí, acabando con el sufrimiento inútil y perverso, especialmente el que nos ocasionamos nosotros mismos, al dejar de esforzarnos por vivir con mayor plenitud. Atrapados en el cumplimiento de las necesidades más elementales de gratificación y placer, sin aún disfrutar de la trascendencia de la generosidad, la creatividad y la autorrealización. No perder la oportunidad de concretar un proyecto de vida que, explícitamente, contemple a estar bien para los demás, sean familiares, amigos, colegas y en fin a la comunidad.
La percepción de la realidad, sin el estorbo de las posiciones polarizadas, conflictivas, dicotómicas y muchas veces antagónicas, como las de razón vs. corazón, deber vs. placer, egoísta vs. altruista, pasivo o activo. Más bien es cuestión de ser una persona que armoniza esos opuestos en sus valoraciones y actividades. En síntesis, siguiendo la famosa sentencia de San Agustín que nos indicó el «ama y haz lo que quieras».
Sí, disfruta lo que quieras de la vida, goza lo que esté en tu camino, pero siempre teniendo en mente el no hacer daño, el no lastimar, el saber hacer el bien, y cuando nos equivocamos, saber reparar y corregir atinadamente, nuestras acciones.
Es importante no ser causa del sufrimiento de los demás, sino un apoyo y acompañamiento. Vive más enfocado en proponer soluciones a las dificultades de la vida, que ensimismados en los problemas y además con pesadumbre y agobio.
Así descubrirás cómo puedes lograr gozar más de tu vida actual.
Vea también Un decálogo de la felicidad y uno del amor
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