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lunes, 7 de febrero de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Marcos 6,53-56.

Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San León Magno (¿-c. 461)
papa y doctor de la Iglesia
1º Sermón de Navidad (SC 22 bis, Sermons 1-19, Cerf, 1964), trad. sc©evangelizo.org

La nueva creación nos es ofrecida en Cristo

Nuestro Señor Jesucristo, al nacer verdaderamente hombre, sin dejar de ser verdaderamente Dios, realizó en él el comienzo de la nueva creación. Con su nacimiento dio a la humanidad un comienzo espiritual. ¿Qué inteligencia puede comprender tal misterio, quién podría expresar tal gracia?
La injusticia vuelve a la inocencia, la vejez a la novedad, los extranjeros tienen parte a la adopción filial y quienes llegan de afuera, entran en posesión de la herencia. Los impíos devienen justos; los ávidos, generosos; los libertinos, castos; los hombres hechos de tierra, espirituales. ¿De dónde viene ese cambio sino de “la derecha del Altísimo” (Sal 76,11)? Porque el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo. Se incorporó a nosotros y nos incorporó a él, de forma que el descenso de Dios al mundo, fue una elevación del hombre hacia el mundo de Dios. (…)
¡Que tus ojos reciban la luz sensible! Abraza con todo tu espíritu esta “luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Por eso dice el profeta: “Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán” (Sal 33,6). Si somos el templo de Dios y el Espíritu habita en nosotros, cada fiel lleva en su alma algo de más valor que lo admirado en el cielo.

Oración

Padre Santo, «tú manifiestas tu poder y das grandes golpes, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús» (Hechos 4,30). «Para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2, 10-11). Creemos que el nombre de Jesús tiene poder para sanar, liberar y salvar. También creemos en tu Palabra donde nos dices: «No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que debamos ser salvados» (Hechos 4, 12). Envía Señor, el coraje, la intrepidez y el poder de tu Espíritu Santo para que se realicen los signos y prodigios, curaciones y milagros en nosotros en este momento de gracia.

Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy queremos presentarte a todos los enfermos para que tengas compasión de ellos. Padre Eterno, te pedimos en el Nombre de Jesús que extiendas tu mano, nos des el Espíritu Santo para convertir los corazones y liberar a tu pueblo, por el poder del Nombre de Jesús. Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.

Dios Padre, en tu santo Nombre, nosotros te pedimos con la fe que nos es posible que se realicen entre nosotros curaciones físicas y espirituales; te pedimos que salves y sanes a los matrimonios, que las familias se reconcilien y vivan unidas por medio de tu amor, que nuestros corazones sean curados y desaparezca todo odio y resentimiento hacia nuestros hermanos, que los oprimidos alcancen la libertad tan preciada que tú Señor nos ofreces.

Hoy, Señor, te presentamos en fe a todos los enfermos que nos han pedido oración y te pedimos que los alivies en su enfermedad y que les des la salud. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza. y que reciban la salud para gloria de tu Nombre. Para que tu Reino siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de los signos y prodigios de tu amor.

Que todos los corazones se conviertan a la Palabra de Dios y que tú Señor mores en ellos con el don de tu Espíritu Santo. Cúranos Señor Jesús, libéranos Señor Jesús, Sálvanos Señor Jesús. Danos la gracia y la alegría que nos falta. También danos la paz en nuestros corazones y en nuestras vidas, libéranos de tantos ruidos que no permiten que te escuchemos e introdúcenos en el silencio de tu corazón amoroso. Danos el amor, danos el perdón, danos tu misericordia. Danos el don de orar para comunicarnos contigo todos los días y en todos los momentos de nuestra vida.

Amén.
































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