Aquí podemos ofrecer sólo unos pocos aspectos de las mil maravillas
de la Santa Misa
El fruto propio de la Eucaristía. |
Cristo Nuestro Señor, por su inmenso amor, se hizo lo que somos para perfeccionarnos hasta ser lo que Él mismo es. San Ireneo de Lyon |
¡Qué incomparable honor tenemos al participar de la Santa Misa! |
¡Qué incomparable honor tenemos al participar de la Santa Misa! Si pusiéramos juntos todos los méritos y todas las virtudes de todos los santos que existieron y existirán, con todo el amor de los bienaventurados, incluidos los ángeles y la misma Santísima Virgen María, todos juntos no podrían dar a Dios tanto honor ni tanta alabanza ni satisfacción como recibe en una sola Santa Misa. Beato Pedro Vignes |
Es Cristo mismo quien pronuncia la consagración. |
No es un hombre quien hace que las ofrendas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo sacrificado por nosotros, el cual está representado por el sacerdote en la Santa Misa. San Juan Crisóstomo |
El Verbo, que a todo da vida. |
Cuando celebramos en las iglesias el santo, vivificador e incruento sacrificio de la Misa, no consideramos que lo que tenemos delante sea el cuerpo de un hombre común como nosotros o que lo sea la sangre preciosa, sino que lo recibimos como lo que se ha convertido: el Cuerpo y la Sangre propios del Verbo, que a todo da vida. San Cirilo de Alejandría |
¡Qué exceso de amor y de humildad en Jesús! |
¡Qué exceso de amor y de humildad en Jesús al haberle pedido al Padre poder permanecer con nosotros todos los días hasta el fin del mundo! Y ¡qué exceso de amor también del Padre que, viendo cómo tratan tan mal a su divino Hijo en este sacramento del amor, permite que siga permaneciendo entre nosotros y recibiendo nuevas injurias! ¿Cómo permites, oh Padre, que tu Hijo sea recibido sacrílegamente por tantos cristianos indignos? Padre, no puedo pedirte que lo saques de en medio de nosotros, ¿cómo podría yo, débil y flaco, vivir sin este alimento eucarístico? Jesús a San Pío de Pietrelcina |
Nuestros cuerpos, alimentados con la Eucaristía, resucitarán. |
Así como el pan y el vino, recibida la palabra de Dios se hacen Eucaristía, es decir, Cuerpo y Sangre de Cristo, así también nuestros cuerpos, alimentados con la Eucaristía, resucitarán a su debido tiempo para gloria de Dios Padre. San Ireneo de Lyon |
Para ser dulces, miremos al Dios de la Eucaristía. |
Para ser dulces, miremos al Dios de la Eucaristía; alimentémonos de aquel divino maná que contiene toda delicia; en la Comunión hagamos provisión de mansedumbre para todo el día: ¡tenemos tanta necesidad de ella! San Pedro Julian Eymard |
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