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lunes, 22 de agosto de 2022

Evangelio del día


Evangelio según San Mateo 23,13-22.

"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'!
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'.
¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.
Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.
Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS vol. 5, nº 22


Ir a Dios con verdadero arrepentimiento

     El sentimiento de la presencia de Dios no es tan sólo el fundamento de la paz en una buena conciencia; es también el fundamento de la paz en el arrepentimiento. A primera vista puede parecer extraño que el arrepentimiento de un pecador pueda traer consigo consuelo y paz. Es cierto que el Evangelio promete cambiar la pena en gozo;  es necesario que sepamos gozarnos incluso en el dolor, la debilidad y el desprecio. «Nos gloriamos en las tribulaciones, dice el apóstol Pablo, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que se nos ha dado» (Rm 5, 3-5).   Pero si hay una pena que pueda parecer un mal absoluto, si queda un mal bajo el reino del Evangelio, es -se puede bien creer- la conciencia de haber dejado maltrecho el Evangelio. Si hay un momento en que la presencia del Altísimo pueda parecer intolerable, es el momento en que, súbitamente, tomamos conciencia de haber sido ingratos y rebeldes en nuestra relación con él.
     Y, sin embargo, no hay arrepentimiento verdadero sin pensar en Dios. El hombre arrepentido lleva en su corazón el pensamiento de Dios porque le busca; le busca porque es empujado por el amor. Por ello el mismo dolor de haber ofendido a Dios debe llevar consigo una verdadera suavidad, la del amor. ¿Qué es el arrepentimiento sino un impulso del corazón que nos lleva a entregarnos a Dios, tanto por el perdón como por la corrección, a amar su presencia por ella misma, a encontrar la corrección que viene de él y que es mejor que el descanso y la paz que el mundo podría ofrecernos sin él? Mientras el hijo pródigo estaba en el campo con los cerdos, sentía el dolor, sentía sólo el remordimiento, pero no el arrepentimiento. Pero cuando empezó a sentir un verdadero arrepentimiento, eso le condujo a levantarse, ir hacia su padre, confesarle su pecado, y su corazón se liberó de su miseria. El remordimiento, eso que el apóstol Pablo llama «el disgusto de este mundo» lleva a la muerte (2C 7,10). Los que están llenos de remordimientos, en lugar de ir a la fuente de toda vida, al Dios de toda consolación, no hacen más que rumiar sus propias ideas; no pueden confiar a nadie su dolor... Tenemos necesidad de un consuelo para nuestro corazón, para que salga de sus tinieblas y de su morosidad... Nuestro verdadero refugio es, nada menos, que la presencia de Dios. (EDD)

Oración

¡Señor, el reflejo de tu vida en mi existencia me invita a ser siempre veraz, auténtico, coherente! ¡Tu ejemplo me invita a rechazar de mi vida toda mentira, hipocresía, juicio ajeno, maldad, falta de coherencia, caer en tentación! ¡Concédeme la gracia de seguirte siempre viviendo de acuerdo con la Verdad que Tu nos has enseñado! ¡Señor, no deseo vivir mi vida con el engaño, cuando haya mentido hazme retractarme, cuando haya engañado enséñame a pedir perdón y a reparar el mal, cuando mi voluntad se debilita dame la fuerza para levantarme, cuando no sea honesto con mis gestos, mis palabras o mis acciones guíame por medio de tu Santo Espíritu! ¡Cuando actúe de manera incorrecta, Señor, muéstrame el camino a seguir, hazme comprender que debo vivir honestamente, de manera coherente, para ser feliz! ¡Te pido, Señor, la fuerza para vivir de la manera que tu viviste, alejándome de todo aquello; que me aleje de la falsedad, del mero interés, de la mentira! ¡Invítame, Señor, a vivir siempre en la verdad!

(oracionconelcorazonabierto)




















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