Luis Javier Moxó Soto, ReL
Básicamente hemos tenido la oportunidad, todos, de estar frente a estos días de Semana Santa de alguna de estas maneras: disfrutando de unas vacaciones sin más preocupaciones, siendo espectadores de distintos actos de tipo religioso en las calles de nuestras ciudades y pueblos, o viviendo desde dentro de alguna comunidad cristiana la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. O quizá un poco de todo, no sé.
He de reconocer que yo he tenido la enorme satisfacción de poder vivir la Pascua desde dentro, en una comunidad cristiana que se toma la alegría pascual en serio, es decir, como Cristo pide, como Dios manda, como el Espíritu alienta.
Una comunidad hecha un solo abrazo familiar, trinitario, en y desde Cristo. Los cantos cuidados, preparados y muy bien ejecutados. Una palabra oportuna, inspirada, clarificadora, pedagógica, clara y precisa, que hacía crecer y madurar a cada instante. Más que charla, toda una clase magistral en clave cristocéntrica del Evangelio. Signos y símbolos en una implicación creyente de toda la personalidad -frente al Misterio- cada vez más creciente, concéntrica e intensa. Gestos litúrgicos compartidos, novedosos, pero muy correspondientes y apropiados… El sacerdocio común expresado como don y misterio, como tarea y gracia, tan necesaria como inmerecida. [...]
Y ahora, a vivir la Pascua como aquella mariposa que disfruta de nuevas alas, de nueva vida, después de morir como gusano, arrastrado por el pecado, con la esperanza de encontrar de nuevo la fuente, más cerca ya, de la renovación incesante: el abrazo de Cristo, lleno de Gracia y Amor para todos, para que todos vivan, se conviertan y se salven.
[...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario