El lobby LGTB campa a sus anchas en buena parte del mundo occidental y cada vez hay más leyes que privilegian a este colectivo persiguiendo a todo aquel que disienta de la ideología de género. La guerra de los baños transgénero en Estados Unidos o las leyes que se están aprobando en algunas regiones españolas, diez comunidades tienen ya estas normativas más una en camino, son una muestra del creciente poder de la ideología de género.
Tras tener prácticamente ganada la batalla del matrimonio homosexual este lobby ha abierto el frente de los “nuevos derechos” para los transexuales. Cirugías gratuitas o cuotas laborales exclusivas para este colectivo son ya en buena parte una realidad. Además, con leyes como la de Cristina Cifuentes en Madrid no se permite ofrecerles ayuda mediante terapias que vayan a la raíz de sus problemas pues la ley sanciona a todo aquel que ofrezca una salida distinta para los transexuales que no pase por el propio lobby LGTBI.
Una vida marcada por el sufrimiento
En un testimonio en televisión, el peruano Fernando Ñaupiru cuenta que vivió 28 años como transexual y que gracias a un fuerte encuentro con Dios pudo cambiar de vida de nuevo. Como en muchos otros extransexuales todo comenzó en la infancia. En su familia no se sentía querido, nunca le habían hablado de Dios y a los ocho años un profesor del colegio abusó sexualmente de él. “Ahí empezó la destrucción de mi vida. Por temor a mi padre no dije nada y esto marcó mi vida, destruyó mi niñez”, recuerda Fernando.
Así es ahora Fernando tras una operación para parecer mujer y otra para deshacer la anterior
De la homosexualidad a las hormonas
Debido a este acontecimiento acabó cayendo en el homosexualismo, también a escondidas de su familia. Y cuando se enteraron de su homosexualidad sus padres le echaron de casa. A los trece años tuvo que dejar su pequeño pueblo y se instaló en Lima.
“Allí comencé a degradarme más y a los quince años comencé a tomar hormonas, empezaron a crecerme los senos y la voz me cambió”, añade. Ahí comenzó su paso a la transexualidad. Pero el duro camino de su vida sólo acababa de comenzar.
Empezó a prostituirse y no sabía c¡ómo dejarlo
Fernando afirma que un año después, a los 16 años, se introdujo en el mundo de la prostitución en el que estuvo décadas sin poder salir. Recordando ahora aquel momento, este peruano cuenta que “en la ducha el demonio me decía que había nacido para ser mujer y cuando me miraba a mí mismo y veía los genitales masculinos el diablo me decía que me cambiara de sexo”.
Y así a los 18 años acudió a una clínica donde se realizó una operación de cambio de sexo. Así creía que sería feliz. Pero necesitaba más y más porque no lograba colmar su felicidad. Y por ello acudió a Brasil a cirujanos de renombre porque quería parecer sí o sí una mujer. Aconsejando a los que están ahora pasando lo que él, alerta que los médicos que hacen estas operaciones “no dicen las consecuencias que tiene el cambiarse de sexo”.
De Fernando a Carmen Claudia
A partir de ahí inició una lucha legal para no sólo parecer una mujer sino para ser tratado como tal por las autoridades. Su caso llegó a las portadas de los periódicos y finalmente logró dejar de ser legalmente Fernando para pasar a ser Carmen Claudia.
Así quedó Fernando tras la operación de cambio de sexo
El círculo vicioso en el que se movía en la prostitución le llevó a la droga, especialmente a la cocaína, de la que abusaba con frecuencia porque a pesar de todos sus esfuerzos no era feliz, tal y como preveía. Y por ello en varias ocasiones intentó suicidarse cortándose las venas.
Fue en ese momento cuando decidió viajar a Europa, donde conoció a un francés con el que se casó. Pero a pesar de ello siguió con la prostitución en Francia.
"Yo lloraba, quería salir de ahí"
“Yo buscaba desesperadamente dejar esta vida porque no era una vida de felicidad pero no sabía cómo. Me prostituía desnudo en invierno en París y muchas veces prostituyéndome yo lloraba, quería salir de ahí, huir…”, cuenta Fernando en su testimonio. “Quería tirarme al tren, era esclavo de todo esto pero no sabía donde huir”.
Pero en el año 2000 su vida comenzó a cambiar. Su prima acudió a Francia a visitarle y le empezó a hablar de Dios y de un homosexual al que Dios había cambiado.
Las palabras de su prima no le gustaron y ella se marchó pero “la palabra quedó sembrada en mí. Comencé a recordar mi niñez y cómo el demonio me metió en todo esto y en ese momento empecé a llorar. Por primera vez hablé con Dios, levanté mi mirada al cielo, lloraba y no sabía por qué”.
Fernando Ñaupari alerta ahora de todo aquello que no se cuenta de la transexualidad
El día que pidió ayuda a Dios
Fue en ese instante en que comprendió que necesitaba a Dios. “¡Por favor, ayúdame, no puedo más!”, gritaba Fernando
Sin embargo, no conseguía dejar la vida que llevaba y al día siguiente acudió a la calle para prostituirse cuando ocurrió algo extraordinario para él. “Ya no quería ser tocado por la gente. No comprendía qué pasaba y pensaba que me estaba volviendo loco”.
Entonces se volvió a su casa y consiguió una Biblia que comenzó a leer por primera vez en su vida y llegó a una cita que decía que el que creyera y se bautizara se salvaría. Y así decidió volver a Perú para bautizarse pero seguía siendo mujer. “Me llamaron y me hablaron de una verdad que nunca había escuchado y me dijeron que no podía bautízame, que Dios me había creado hombre, que yo era hombre”.
"Cristo quitó las vendas de mis ojos"
Estas palabras le llegaron al alma pues “Cristo había quitado las vendas de mis ojos”. A partir de ahí su vida dio un vuelco. Dejó la prostitución y al hombre francés que le acompañaba y volvió a vestirse como un varón. El siguiente paso era pasar por el quirófano y luchar legalmente para recuperar su identidad masculina que años antes había cambiado.
Y ya entonces pudo bautizarse. Y tras 28 años como transexual ahora Fernando está orgulloso de ser hombre y ha decidido entregar su vida a Dios como pastor evangélico. Y con su testimonio intenta ayudar a quien ha pasado por los grandes sufrimientos por los que él ha pasado.
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