Me parecía que todos los puntos del acuerdo se dirigían contra mí, pero en los momentos de debilidad, mi orgullo masculino no me dejaba hacer otra cosa que cumplir con lo pactado
Anna Malec, aleteia
Las firmas legibles escritas a mano, los números de los documentos de identidad y serias declaraciones: la perseverancia en la pureza hasta la boda. Esta fue la idea de Mónica y Michal, un matrimonio desde hace dos años, que con el fin de mantener eficazmente la castidad antes del matrimonio firmaron un auténtico acuerdo de novios.
Monika: “Se me ocurrió esta idea porque pensé que de esta manera me sería más fácil hacer cumplir los puntos que contiene. Si sólo nos hubiéramos puesto de acuerdo en palabra, sería más difícil para mí. Pero aun así, no fue tan sencillo”.
Michal: “Cuando Mónica inventó este acuerdo, pensé que era una idea sin sentido, otra de las suyas. Pero sabía que era importante para ella, por lo que no me opuse mucho… a pesar de que tenía la impresión de que todos los puntos del acuerdo se dirigían contra mí”.
¿Por qué sufrir?
El mayor problema era quedarse a dormir en la casa de uno de ellos. Michal por la tarde acompañaba a Mónica a su casa. Subía para tomar la proverbial taza de té. Después se hacía más tarde aún, y se veía por la ventana caer nieve, por ejemplo. Además, él estaba más cerca de su trabajo. Así que se quedaba.
Aunque él dormía en el sofá, que era naturalmente una situación “tentadora”, “pensé que era mejor aguantarse”, cuenta Mónica a Aleteia.
La declaración más importante es perseverar en la pureza hasta la boda. Otros puntos del contrato servían para apoyar esta decisión y para ayudar a realizarla.
Además, los jóvenes se comprometieron a orar el uno por el otro y a orar juntos antes de las principales comidas. “En nuestras familias no hubo tal costumbre y para nosotros fue importante, queríamos aprenderlo”, dice Mónica.
También decidieron que si recaían, iban a levantarse rápidamente, que en la práctica significaba la confesión lo más rápido posible. “Fue una guía inventada por nosotros mismos para ayudarnos a perseverar. Yo por lo general lo logramos”, dice Mónica.
“A veces esta guía le servía a Mónica como un arma contra mí. Un arma generalmente eficaz. Me lo tomé de modo ambicioso. El acuerdo no influyó en que de buen grado empezara a cumplir todo lo que estaba allí incluido. Pero como firmé declarando mi consentimiento, quería perseverar”, añade Michal.
Sólo que, en realidad ¿por qué sufrir? “Porque sabía que era bueno, que la perseverancia en la pureza era buena, la oración mutua era buena. Tenía la esperanza de que esto me fuera a ayudar también. No es que todo se hiciera de repente más simple, pero creo que fue una gran idea de Mónica. Hoy lo recordamos como algo positivo,” dice él.
Su noviazgo duró 13 meses. Como se suele decir, querían probar vivir ese tiempo estratégico.
Michal: “Fue un tiempo muy alegre, pero también lleno de trabajo y de preparativos. Puede no ser tan alegre si uno mismo piensa que como casi ya somos marido y mujer, ya podemos hacer casi de todo. Y nosotros queríamos vivir este tiempo con Dios y en realidad prepararnos para una vida juntos”.
Todas nuestras primeras veces
“Las primeras compras juntos, la primera vuelta a casa después de la fiesta, el primer recibimiento de los invitados como una familia, la primera vez, cuando Michal llegó a casa después de trabajo y yo le abrí la puerta como su esposa, la primera cena juntos, la primera limpieza, … después de la boda todo era nuevo”, recuerdan.
Hoy recordamos con cariño, incluso la “vida entre las cajas de cartón” al inicio. “Recuerdo cuando regresábamos en avión de nuestra luna de miel, estaba convencida de vivir una realidad diferente, de que a partir de entonces nada sería igual, de que desde entonces viviríamos juntos. Sentíamos que todo cambiaba, que todo era diferente”, dice Mónica.
¿Qué significó para mí perseverar en la pureza hasta la boda? “La primera ventaja es que uno experimenta mucha emoción durante su boda. Si uno logra perseverar, entonces la boda es en realidad un gran evento, un gran acontecimiento que lo cambia todo”, opina Michal.
Y añade: “Si no aguantas en la pureza te estás robando uno de los más bellos momentos en los que todo ocurre por primera vez. Vale la pena el esfuerzo y vale la pena vivirlo”.
Además, el acuerdo les ayudó a ver qué era realmente lo que esperaban de su noviazgo y después del matrimonio. “Fue un momento de reflexión. Me preguntaba lo que realmente quería lograr durante el noviazgo. ¿Prepararme para ello o no preocuparme y vivir como si nada? Y así, entre hombres, aun cuando realmente no quería cumplir alguno de esos puntos, mi orgullo masculino no me dejaba hacerlo, porque como había firmado, tendría que cumplir mi palabra. Y Mónica me chantajeaba muy bien con ello”, dice hoy con una sonrisa.
En primer lugar, la confianza
Sabían que querían estar juntos. No tenían dinero, eran jóvenes. Ambos daban los primeros pasos en su vida adulta. No todo el mundo estaba entusiasmado con su decisión de casarse.
“Iniciando una vida juntos, no teníamos nada, pero confiábamos en la llamada a casarnos y lo hicimos, sin preocuparnos por no tener un lugar para vivir o alimentos que comer. Esperábamos incluso no poder pagar la boda. Queríamos organizar sólo una pequeña boda y recepción, pero todo salió tan bien que tuvimos una preciosa boda”, agradecen.
“Sentimos que Dios realmente se preocupa por nosotros”, confiesan. El acuerdo del mantenimiento de la pureza hasta la boda está guardado hoy en una caja, junto con otros objetos, “testigos” de sus primeras veces.
“Tenemos allí guardados los billetes de las primeras vacaciones juntos, la primera receta de la comida de mediodía que preparamos juntos, pequeños objetos de las primeras citas, un corazoncito azul montado en un muelle arrancado de un bolígrafo o pulseras que brillan en la oscuridad que llevamos en un evento en el que comenzamos a sentir algo el uno por el otro, la primera prueba de embarazo… Y también se encuentra allí ese acuerdo”, explican.
Hoy el matrimonio es para ellos un aprendizaje continuo, con respeto, amor y humildad. Esta última, según Michal, es la más importante. Después de dos años de convivencia siguen teniendo sus “primeras veces”.
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