Los contenidos de la pantalla ofrecen la posibilidad de alcanzar emociones, de acercarnos a nuestros sueños... Nuestra experta propone una mirada positiva y crítica sobre este "invitado" en casa
Queriendo ver la televisión a través de los ojos de mis hijos, me decidí a acompañarlos en una larga tarde de tele, dispuesta a analizar los “espectáculos” que ofertan como quien ojea varios libros con espíritu crítico, añadiendo sabios comentarios, por supuesto.
La idea era tener más temas de conversación sobre sus contenidos, como una forma de aprovechar estos preciosos años de convivencia con ellos aún adolescentes.
Lo primero que me resultó evidente es que no todo es espectáculo, aunque se presente de diferentes formas que se resumen en lo mismo: llamar la atención del espectador por medio del drama, la acción, el humor, la curiosidad o el morbo en medio de luces, planos, colores y sonido, donde los guionistas suelen las más de las veces dar las ideas y los criterios ya digeridos, puesto que su espacio televisivo no da a la vez espacio para pensar por cuenta propia. Todo surtido con suficientes anuncios publicitarios.
Mientras mis hijos cambiaban de canales buscando algo interesante, fui recordando películas y programas que eventualmente he visto, pensando también que la televisión no es precisamente solo un vaso medio vacío, también puede serlo medio lleno.
Mientras comemos palomitas puede hacer cosas extraordinarias como:
Hacernos creer que todo, absolutamente todo, se soluciona y podemos salir invictos de nuestras penas y problemas, porque en “la realidad de lo virtual” los buenos siempre ganan. Si no, que se lo pregunten a Batman, que haciéndonos partícipes de sus heroicidades, nos permite salir de la rutina con vivencias inéditas que jamás podríamos experimentar.
La pantalla nos da poderes ya que nos permite estar en diferentes lugares al mismo tiempo: lo mismo volver al pasado que brincar hacia futuro, permitiéndonos conocer a un mismo personaje en diferentes lugares y épocas de su vida. ¡Si supiera un famoso que yo lo sé todo sobre su vida pasada, presente y futura! Aunque no pueda decir lo mismo de la mía con la misma exactitud.
Además, con ese poder de burlar las leyes espacio-temporales que rigen la vida real, ¿no resulta atractivísimo oprimir el botón oculto de nuestro teléfono (que solo nosotros conocemos) y escapar de un tremendo problema, para aparecer en Hawai frente a la playa con un coco con ginebra?
¿La lógica…? Para nada, el agente investigador salta del edificio en llamas al detonar la bomba que le pusieron en su auto. Además lo hace desde un décimo piso sin paracaídas para caer de pie sin despeinarse ni afectar a su impecable traje, siendo recibido por la hermosa chica a la que inmediatamente enamora; o el Doctor House, que cojeando y en medio de sus irreverencias, salva la vida a un agónico atropellado en la sala de emergencias con solo preguntarle cómo se llama. Ni duda cabe, la ausencia de la lógica permite entretenerse en el mundo mágico de las cosas sin sentido.
Una oferta espinosa es la posibilidad de ser indiscreto sin ponerse en evidencia. No, señor… uno no es oliscón ni ventanero, traemos una aureola sobre nuestras cabezas y nadie nos puede comprobar que nos situamos en los ojos de la cámara sabiendo que no somos vistos, para entrar en hogares ajenos, o en la vida diaria de desconocidos y famosos saciando una faceta oculta y penosa que más valdría no tener. Pasa que a los medios les da por trasladar al espectador a donde rigen otro tipo de leyes permitiendo saltarse las establecidas sin censura oficial o ética alguna. ¿Y la propia conciencia…? Bien, gracias.
Reflexionaba todo eso haciendo acopio de paciencia, pues mis adolescentes hijos, control en mano, pasaban de un canal a otro como si eso en sí fuera un entretenimiento. Así pude ver por momentos a famoso actor entrevistado asumiendo emotivamente su papel de tal o cual personaje que protagoniza moviendo las fibras de sus admiradores; a los boxeadores al momento del pesaje insultarse para suscitar expectativas sobre lo duro de su pelea; a las masas delirantes en el fútbol involucradas emocionalmente hasta el esquizofrénico alarido; un corto duelo en el lejano Oeste que terminó mal para los dos involucrados… y más.
También los anuncios de champú para calvos, cremas rejuvenecedoras anunciadas por quinceañeras; píldoras que rebajan diez kilos de peso en dos días; las idílicas vacaciones de goce ahora y pague después como pueda… y más.
Pero, claro, entiendo a mis vástagos al explorar en sus contenidos en busca de lo insólito, porque:
Ahí duerme el genio de la lámpara maravillosa que nos concede el deseo de soñar despiertos y sin mayores riesgos, si somos capaces de escoger con cuidado los programas. Ese genio permite encontrar al príncipe azul, ser el presidente de un país poderoso; descubrir una fórmula maravillosa para saldar tarjetas de crédito sin dinero y lograr además un saldo a favor; a la suegra que pasa las de Caín… porque, a decir verdad, más allá de identificarnos con tal personaje o situación, de verdad nos puede permitir sanamente satisfacer ciertos deseos emocionales… como renunciar a nuestro trabajo porque no sacamos la lotería dejando al jefe con la palabra en la boca.
Finalmente, mis hijos salieron a una fiesta y yo di con una vieja película que me hizo feliz, pues sin mayores costos trajo a mi mente cosas gratificantes contenidas en el baúl de mis recuerdos o lo que es lo mismo en mi subconsciente, y me dormí con una sonrisa.
Al día siguiente tendría de qué hablar con ellos.
Escríbenos a: consultorio@aleteia.org
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