Es frecuente que durante el curso, los que tenemos hijos pequeños oigamos hablar de competencias.
Competencias en matemáticas, en inglés, en música… Es el modo en el que ahora explicamos la situación de los niños respecto a determinadas asignaturas o habilidades.
Sin embargo, ¿te has parado a pensar en si estás ayudando a que tu hijo tenga también competencia espiritual?
Es algo que me parece tan importante… Hace unos días nos llevábamos las manos a la cabeza con el caso de una chica alicantina a la que su padre está intentando rescatar de una secta en Perú.
¿Cómo es posible creer determinados mensajes? ¿Cómo puede ser que laven el cerebro de una chica aparentemente normal?
Si queremos que nuestros hijos tengan una buena formación y sepan protegerse ante determinados riesgos, no podemos olvidarnos de dotarles de cierta cultura de lo religioso y lo espiritual, que va más allá de manejarse buscando textos en la Biblia o saber qué quiere decirnos el Maestro Mateo en la fachada de la Catedral de Santiago.
Hace unos días una amiga me pidió consejo sobre biblias infantiles porque hay algunas con imágenes bonitas pero con textos que no le convencen y viceversa.
Y es que si el gusto literario de cada uno es particular, cuando entramos en este género y hablamos de libros con los que queremos hablar a nuestros hijos de Dios, la cosa se complica todavía más.
Por eso mi principal consejo para mi amiga y otras personas que estén en una situación parecida es que busquen hasta dar con algo que les convenza. Tenemos mucha suerte, porque actualmente hay editoriales que apuestan por este tipo de publicaciones y las hay preciosas. Y no solo biblias, sino otro tipo de libros que hablan de las tradiciones, del arte o de la vida de santos absolutamente apasionantes.
He escogido una de Edelvives porque me encantan las ilustraciones y porque me identifico con la sensibilidad de Carmen Sara Floriano para la adaptación de los textos. Pero en casa tenemos también una para primeros lectores de Edebé que a mis tres hijos les ha gustado mucho y la de Casals, que es un clásico.
Aunque no son las biblias infantiles lo que más utilizamos a diario. PPC tiene unas barajas de cartas con oraciones sencillas para bendecir la mesa, para acabar el día o para empezarlo con buen pie, que están más que amortizadas.
Sin embargo, la competencia espiritual va más allá del conocimiento sobre el hecho religioso. Tiene que ver con la experiencia de fe, con descubrir qué es lo que da sentido a la vida y poder hablar de ello en casa. Para que así, si en algún momento un extraño llega al entorno de nuestros hijos y les dice que es el salvador del universo, una alarma se encienda en su interior y les indique que algo en ese discurso huele mal.
El verano es un buen momento para darle un empujón a la comunicación familiar. Aunque los adultos trabajemos, el hecho de que los hijos no tengan colegio hace que su cabeza ponga el foco en otros asuntos. Y eso nos permite retomar temas por los que a lo largo del curso solo hemos pasado de puntillas. La actualidad nacional o internacional, el libro que estamos leyendo o una peli que vemos juntos pueden ser el pretexto para abordar cuestiones que son cruciales. Si hablamos de competencias, hablemos también en clave espiritual. @amparolatre
Amparo Latre Gorbe, aleteia
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