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domingo, 26 de agosto de 2018

Sacerdote no quería usar alzacuellos tras escándalo de abusos y esto fue lo que pasó

P. Jonathan J. Slavinskas

En un emotivo mensaje en Facebook, un sacerdote admitió que ante los escándalos de abusos sexuales del clero llegó a sentir vergüenza de portar el característico alzacuellos, pero una increíble experiencia le devolvió la paz.

Se trata del P. Jonathan Slavinskas, nacido el 25 de junio de 1984 en Worcester, en el estado de Massachusetts (Estados Unidos), y ordenado sacerdote el 2 de junio de 2012.  Actualmente es párroco de St. Bernard's Catholic Church of Our Lady of Providence Parish.

En su mensaje compartido en redes sociales el 19 de agosto, el presbítero relató que durante la semana estuvo “caminando con un corazón pesado” y “completamente enojado y frustrado como resultado de los informes de abusos en Pensilvania y la situación de McCarrick (ex cardenal)”.

Recordó que cuando era estudiante de secundaria y luego en la universidad, los escándalos habían estallado por primera vez en el noreste del país, por lo que era consciente de la “sombra” que se arrojaría sobre él si decidía convertirse en sacerdote. No obstante, continuó con su ministerio confiando en el Señor.

“Mi oración continua ha sido por las víctimas. A medida que siguen las noticias, mi corazón se desgarra más. Ahora, el alzacuellos representa algo totalmente opuesto a lo que debería. Mientras andaba me preguntaba cuántas personas que vieran mi alzacuellos se preguntarán: ‘¿Este también es (un abusador sexual)?”, escribió.


Luego, dijo que en los últimos días, tras mudarse de la rectoría a la parroquia y mientras repartía útiles escolares a numerosos jóvenes del vecindario, se dijo: “Quítate el alzacuellos”. Sin embargo, una experiencia que tuvo al visitar un hospital le devolvió la esperanza y su deseo de volver a portarlo con alegría.

“Esta mañana, no quería ponerme el alzacuellos. Yo estaba avergonzado. Estaba cansado. Estaba enojado, pero lo hice. Luego, cuando visité a feligreses enfermos en el hospital, pasé junto a una mujer que estaba afuera de una habitación. Mientras continuaba hacia el ascensor, ella se acercó por detrás y me preguntó si era un sacerdote católico. Estaba listo para recibir el golpe…”, relató el P. Slavinskas.

Sin embargo, “cuando me volví y dije ‘sí’, (la mujer) me preguntó, con lágrimas en los ojos, si podía ungir a su hermano que se estaba muriendo de cáncer”.

Entonces, el P. Slavinskas reflexionó y se dijo a sí mismo que no importaba lo que había pensado sobre el alzacuellos en los últimos días, pues esta mujer “lo vio como un signo de esperanza y de la presencia de Cristo”.

“Si decidía no usarlo, su hermano no habría recibido la Santa Cena que necesitaba y toda su familia podría no haber experimentado consuelo”, reconoció.

También, el P. Slavinskas recordó que el alzacuellos no trata sobre lo que él podía sentir o no, sino que se “trataba de Jesucristo”, de “que recordemos que no estamos viajando solos en este mundo”.

“Ciertamente no soy digno de usarlo, pero me doy cuenta de que estoy llamado a usarlo, no para mí, sino por el bien de los demás. Cuando me lo coloque, debo pedirle a Dios que me convierta en un santo sacerdote, un puente y no un obstáculo”, escribió el presbítero.

Luego de esta experiencia el P. Slavinskas empezó a rezar cada mañana por “una conciencia más profunda de la gran responsabilidad y magnitud de lo que representa” esta prenda que forma parte de la indumentaria de un sacerdote.


También pidió disculpas al pueblo de Dios “por cualquier dolor que haya causado mientras usaba el alzacuellos” y las veces en las que podría haber ignorado su “deber de ser un sacerdote bueno, santo y lleno de fe”.

“Pido oraciones de perdón y fortaleza”, expresó.

Finalmente, pidió disculpas a quienes fueron “profundamente heridos de la manera más horrible por miembros de la Iglesia”.

“No sé lo que vendrá mañana, pero sé que tengo que ponerme ese alzacuellos”, dijo que el P. Slavinskas, quien recordó que su ministerio continúa porque "todavía hay almas que Cristo quiere atraer a su presencia y su paz".

“Por favor, haga una oración por mí”, concluyó el P. Slavinskas.












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