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martes, 28 de agosto de 2018

Tenía una vida de éxito, lo dejó todo y la llamaron loca: ahora evangeliza a pandilleros por cientos

Sair del Toro, exitosa evangelizadora entre los hispanos de EEUU



Sair del Toro está volcada totalmente en la evangelización, especialmente entre la comunidad hispánica de EEUU
Sair del Toro está volcada totalmente en la evangelización, especialmente entre la comunidad hispánica de EEUU
Sair del Toro era una mujer que abandonó en la adolescencia la fe
católica en la que había sido educada por su madre. A los 28 se
había convertido en un personaje conocido con su propio programa de
radio y como exitosa y demandada planificadora de bodas en Seattle.
Tenía mucho dinero e influencia pero se encontraba vacía. Fue
entonces cuando se abrazó con fuerza a la fe de su infancia y se convirtió
en una de las evangelizadoras más potentes de EEUU, especialmente en
el mundo hispano.
Cientos de pandilleros, asesinos, ladrones, pero también mujeres maltratadas,
violadas y en situaciones límites han encontrado a Dios gracias a su ministerio.
 “Creo que cuando te entregas libremente al Señor se dan grandes gracias,
y puedes ser testigo”
, afirma en Catholic News Agency.
"No tenía amor, sólo tenía dinero"
Recuerda su vida anterior a conocer a Cristo. Conducía un Mercedes, tenía
una casa espectacular y no le faltaba el dinero. “Todo parecía perfecto, pero
me faltaba algo, no tenía amor, sólo tenía dinero”
. Este sentimiento le
embargaba ya en todo momento por lo que un día se dirigió a Dios:
“¿Dónde estás? ¿Quién eres?”.
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Iba a empezar así su regreso a la Iglesia Católica. Pero fue clave el
consejo que recibió: si quería encontrar a Dios tenía que mirar al
Santísimo Sacramento. Lo tomó al pie de la letra y rápidamente entró
en una capilla de adoración para ver y abrazar el tabernáculo para saber
por fin si  Dios estaba realmente en esa “cajita”.
“Entré allí, abracé a Jesucristo, y Él salió y me abrazó. Sentí su presencia
 en mi corazón, en mi mente y en mi alma, Él me estaba abrazando. Fue
el abrazo más grande de mi vida”
, asegura esta mujer, que define aquel
momento como el que cambió completamente su vida.
Su madre quiso ingresarla en un psiquiátrico
Después de aquella experiencia de amor de Dios decidió dejar su exitoso
trabajo, su casa y se fue a un convento en Omaha. “Mi madre pensó que
estaba loca
”, recuerda ella. Tanto que incluso llevó a Sair a un hospital
psiquiátrico, que curiosamente era gestionado por unas monjas.
El médico le preguntó si escuchaba a Dios, si escuchaba su voz y le amaba.
 Ella tenía miedo a responder con sinceridad por si concluían que estaba loca
y acaba ingresada en el psiquiátrico. Sin embargo, sintió que Dios quería que
dijera la verdad. El doctor llegó a la conclusión de que Sair no estaba loca
sino enamorada completamente de Dios.
De EEUU a México y vuelta de nuevo
Durante varios años estuvo en la vida religiosa hasta que supo que Dios la
llamaba a otra cosa. Dejó el convento y también Estados Unidos para
regresar a su México natal
. Allí participó activamente y con gran éxito en
distintos ministerios católicos de evangelización y de anuncio de devociones
como la del Sagrado Corazón.
En 2013 regresó a Estados Unidos para enseñar la Teología del Cuerpo
de Juan Pablo II a las parejas, especialmente hispanas, de la Archidiócesis
de Los Ángeles.
Pero casi a la vez comenzó a hablar de Dios y a lograr numerosas
conversiones entre expandilleros, presos y personas violentas
,
consiguiendo incluso que acabasen consagrando su vida y la de sus
familias a Dios.
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Hace unos meses, por ejemplo, la llamaron para que anunciara la Buena
Nueva a un grupo de 200 hombres, la gran mayoría pandilleros llenos de
tatuajes, traficantes e incluso asesinos. “Logramos consagrar a todas esas
personas –explica Sair- lo cual fue un milagro, porque la mayoría de esas
personas han matado personas, han estado involucradas en negocios
muy sucio, o han vendido droga
…”.
Vidas que cambian
Ahora, “estas personas que nunca pensaríamos que estarían consagradas
al Señor están cambiando sus vidas y las de sus familias también”.
Buscando un terreno común con los miembros de estas pandillas, le comentó
que la jerarquía de la Iglesia era muy parecida a la de una pandilla, pero del
lado del Señor y no del lado de la muerte.
“Cuando les enseñas cómo funciona la Iglesia, cómo trabaja Dios, cómo
funciona el respeto, en realidad es lo mismo, pero en el ejército de Dios”,
agrega esta evangelizadora.
Sair del Toro afirma que les anuncia que su vida puede cambiar, que
pueden ser más felices que nunca, que pueden conocer la gracia, y sobre
todo vivir para siempre. “Sienten que realmente tienen ahora algo, que
valen algo pues les damos la esperanza de la vida, de la eternidad”
,
concluye.
Ayuda a miles de mujeres hispanas
Pero además esta incansable católica es directora de Magnífica, el apostolado
en español de Endow, un ministerio centrado en las mujeres. Y es aquí donde
está realizando una importante labor con cientos de ellas, muchas con
terribles historias a sus espaldas.
Una de las mujeres a las que ha podido ayudar es Rachel (nombre ficticio).
Cuando tenía 14 años se escapó de casa de sus padres para ir a una fiesta.
Esa noche fue secuestrada y llevada de Ciudad de México a la frontera con
Estados Unidos, donde fue vendida a un hombre que la mantuvo en
cautiverio durante 10 años.
En ese tiempo esta joven tuvo dos hijos con su secuestrador, hasta que un
vecino se percató de que algo raro ocurría y llamó a la Policía, por lo que
Rachel y sus hijos pudieron ser rescatadas. Ahora ella encuentra ayuda
y sanación en la Iglesia a través del grupo Magnífica.
"Mi meta es el cielo"
Muchas mujeres que han experimentado violencia doméstica o el
drama del aborto también llegan a la Iglesia
 a través de esta vía, y
encuentran la felicidad en ella tras sufrir lo indecible durante años.
Gracias a personas como Sair son miles de personas las que conocen
esta Iglesia, “hospital de campaña”, donde pueden sanar heridas
profundas.
“La gente que me conoce sabe que lo hago de corazón, de lo contrario
podría estar haciendo cosas diferentes por mucho dinero. Pero mi meta
es el cielo y quiero ser santa, realmente quiero ser santa.
 Así que me
relajo dejando que Dios haga lo que quiera conmigo”, concluye.
J. Lozano / ReL









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