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viernes, 24 de agosto de 2018

Los 5 niveles de riesgo en el conflicto conyugal

Y la mejor manera de responder y reparar la relación en cada situación

KŁÓTNIA MAŁŻEŃSKA

Algunas personas sueñan con una relación sin conflictos, pero eso no es necesariamente sano: puede ser una señal de dependencia emocional o psicológica excesiva, no de que uno de los cónyuges está siempre de acuerdo con el otro.

En verdad los conflictos y desencuentros prueban que la relación tiene vitalidad. El trabajo, los niños, los parientes, el dinero, son todos temas que pueden provocar debates acalorados. Pero los desencuentros son también oportunidades para que ustedes se conozcan y amen más profundamente. Sea cual fuere la fuente del conflicto, es importante saber cómo navegar esos desencuentros, manteniendo la relación intacta.
Más importante que la causa real de la discusión, que puede ser grande o pequeña, es el impacto que un conflicto tiene en los cónyuges. Para ayudarles a decidir sobre un plan de acción, piensen en su situación en términos de advertencia de avalancha: bajo riesgo, riesgo en ciertas áreas, riesgo en varias áreas, alto riesgo y riesgo muy alto – para la relación. Para evitar ser llevado por la avalancha, aquí están las estrategias para cada nivel de riesgo – para ayudarles a pasar por el conflicto mientras fortalecen su relación:
Bajo riesgo: corregir inmediatamente
Si un pequeño error resulta en sentimientos heridos, un beso y una disculpa sincera muchas veces pueden ser suficientes para corregir. Evita provocaciones o riñas. Basta decir: “Discúlpame”. ¡Existen pocas frases tan eficaces como esa!
Riesgo en ciertas áreas: toma medidas preventivas
Algunos cónyuges evitan completamente el conflicto. Otros tienden a hablar todo en el calor del momento y corren el riesgo de machacar al otro con palabras irritadas. Si se encuentra en el extremo o en algún lugar en medio de eso, una reunión semanal puede ayudar a facilitar la comunicación constructiva.
Saber que todas las noches de viernes, por ejemplo, revisarán las cosas que pasaron durante la semana, puede dar seguridad a los cónyuges. Tales reuniones pueden ser usadas para discutir la próxima semana, hacer planes para el fin de semana y lidiar con el conflicto o una amargura del pasado.
No es necesariamente fácil – agendar esta reunión semanal regular puede exigir sacrificio – pero puede valer la pena. Es un esfuerzo que permite que se refresquen todas las semanas, trabajen los malentendidos, se perdonen el uno al otro… Una vez que adquieran un hábito mejor de comunicación, pueden ser más flexibles con los tiempos de reunión.
Riesgo en varias áreas: usen las herramientas de comunicación
Igual que evitamos tocar un motor hasta que no se enfríe para no quemarnos, también debemos evitar abordar el conflicto cuando las emociones son calurosas. Paren y definan un tiempo para revisar la situación. Antes de lidiar con el conflicto como pareja, dediquen un tiempo solos para escuchar sus propios sentimientos, aceptando todos: rabia, disgusto, rechazo, frustración, tristeza, falta de comprensión, decepción, espanto… También hagan un balance de cualquier necesidad de descanso no atendida, apoyo, compartición, comprensión, etc.
Esperen a que ambos estén calmados y receptivos antes de volver a conversar. Si tu pareja está tranquila, haz preguntas abiertas para atraerle a la conversación. Recuerda que te toca a ti asumir la responsabilidad de tus necesidades. A veces, el simple paso de nombrarlas puede crear cambios positivos.
Comparte tus propios sentimientos y experiencia y pregunta a tu pareja cuál es su punto de vista. Evita declaraciones acusatorias contra la otra persona. En vez de eso, usa frases como “Creo que… Siento que… Desde mi punto de vista…”. Este abordaje invita al diálogo y al verdadero intercambio.
Una vez que ambos se sienten escuchados y entendidos, pasa a la acción. Teniendo en cuenta sus respectivas necesidades, ¿qué decisiones son necesarias para resolver ese conflicto? ¿Cómo pueden evitar un conflicto semejante en el futuro?
Alto riesgo: da un paso atrás
Si están enfrentando un gran desacuerdo, primero determina si es un conflicto de valores o un conflicto de necesidades. Los conflictos de valores son particulares para las personas implicadas. Se relacionan contigo y tu historia personal y muchas veces exigen que uno u otro miembro de la pareja revise sus propios criterios.
Ejemplos de ese tipo de conflicto: “Mi marido se niega a usar un chaleco en la boda de la prima Clara”. “Mi esposa se niega a dejar que nuestra hija se haga agujeros en las orejas”, ou “Ella deja a nuestra hija usar maquillaje a los 13 años”. Hay mucho drama envuelto en ese tipo de conflictos, particularmente si tocan valores personales.
Reconocer que nuestros puntos de vista son distintos es un gran paso que requiere objetividad y apertura mental. Uno o ambos necesitan hacer concesiones; asegúrense de no es siempre el mismo cónyuge el que cede, y que ambos están haciendo esfuerzos para adaptarse. Si es posible, intenta transformar un compromiso en un acto de amor. Hacer sacrificios el uno por el otro puede realmente fortalecer el vínculo matrimonial, si se hace de buen grado y con amor; como seres humanos, cuanto más nos sacrificamos para invertir en algo – incluida una relación –, más nos identificamos com ella y nos comprometemos con su éxito.
Muy alto riesgo: actúa inmediatamente
Si estás profundamente deprimido, desanimado y herido, y crees que la conversación no lleva a ninguna parte, busca ayuda profesional. Los consejeros matrimoniales o terapeutas de parejas pueden proporcionar herramientas y consejos para ayudarles a salir de una situación difícil. Es buena idea buscar ayuda antes que la situación se vuelva insoportable.
Insultos repetidos y/u violencia física no son simplemente desencuentros o conflictos: son actos de abuso. Si estás en esta situación, graba lo sucedido o llama a los servicios de emergencia para obtener ayuda inmediata. El apoyo está disponible para ayudar a tomar las decisiones acertadas para ti y para la seguridad de tus hijos.

BÉNÉDICTE DE DINECHIN, Aleteia








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