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domingo, 26 de agosto de 2018

Trece razones por qué… ir a misa el domingo

Dedicarle un canto alegre a Dios y otros motivos para ir a la iglesia

PEOPLE AT CHURCH
Está al aire ya la segunda temporada de la famosa y controvertida serie de televisión de Netflix, 13 Reasons Why (Por trece razones Trece razones por qué).
En la primera serie de trece episodios (protagonizada por Dylan Minnette, Katherine Langford, Kate Walsh) la pregunta a responder era: “¿Por qué se suicidó Hannah Baker?” y el gancho para que los televidentes supieran esta treces razones era que todos en su escuela guardaban secretos…, pero la verdad estaría por salir a la luz…
Tomando en cuenta tanto esa popular serie como una columna que leyó en un medio católico y que le pareció “demasiado subjetiva”, el padre Edward Looney, miembro de la Sociedad Mariológica de Estados Unidos y autor, entre otros textos de Un corazón como el de María: 31 Meditaciones diarias (Ave Maria Press), propone, en su blog (reproducido por Catholic Exchange), trece razones centradas en Dios para ir a la iglesia cada domingo.

Cumplir con mi obligación del mandamiento de santificar el Día del Señor

Si bien esto puede ser un factor motivador, es de esperar que no consideremos la Misa como algo que estamos obligados a hacer. Por el contrario, la Misa es una oportunidad que se nos ha dado. En lugar de miedo, haz que tu factor motivador sea ir a Misa por amor a Dios.

Para dedicarle un canto alegre al Señor

A veces la música en una parroquia es tan buena que atrae a la gente; la gente quiere ir a Misa y cantar himnos. En otras parroquias, la música puede ser mediocre. No dejes que eso te disuada de ir a Misa. Tu participación en la música solo puede mejorar la música. Cantar canciones es una forma de oración y una forma de adorar a Dios.

Reconocer que soy un pecador y que necesito la misericordia de Dios

Al comienzo de la Misa, se nos invita a reconocer nuestros pecados y a prepararnos para celebrar los sagrados misterios. En esos pocos momentos de pausa, antes del “Yo pecador”, podemos pensar en algunas cosas de la semana pasada en que no cumplimos con las expectativas de Dios. Pero podemos ser perdonados y recibir su misericordia.

Escuchar la Palabra de Dios y ver cómo me habla en el mundo de hoy y a la luz de las experiencias de mi vida

En cada Misa escuchamos las tres lecturas; cuatro si cuenta el Salmo. El autor de Hebreos nos dice que la Palabra de Dios es efectiva, que perfora con más seguridad que una espada de dos filos. Las lecturas están en un ciclo de tres años, pero siempre hay algo que las Escrituras dicen que, esta vez, podría ser muy diferente a la anterior.

Inspirarse y guiarse por la homilía del predicador

No solo escuchamos la Palabra de Dios, sino que el predicador nos abre a la Palabra. Con suerte, él hace conexiones de la escritura a la vida diaria para que la vida de la Palabra de Dios se vuelva práctica. Cada semana, cuando te vas de la iglesia, siempre habrá una idea que puedas llevarte y poner en práctica en tu vida.

Declarar con valentía nuestra creencia de que Jesús nació de María, por nuestra salvación fue crucificado y resucitó de entre los muertos

Todos los domingos profesamos nuestra fe en las palabras del Credo de Nicea o el Credo de los Apóstoles. Es una declaración audaz de lo fe que profesamos, y cada vez que decimos esas palabras, se nos recuerda a los mártires del cristianismo. También se nos hace presente la promesa de la vida eterna.

Orar por el mundo, la Iglesia, familiares amigos que están pasando por un momento difícil

Durante la oración universal (anteriormente oración de los fieles), pedimos con fuerza por tantas personas diferentes, por las necesidades de la Iglesia, el mundo y la comunidad local. Aún mejor, nos unimos a la comunidad de fe al decir: “Señor, escucha nuestra oración”. ¡La oración echa en comunidad tiene un gran poder de intercesión!

Dar gracias a Dios por todas las bendiciones que he recibido, porque dar gracias es el significado de la Eucaristía

Hay mucho en nuestra vida por lo cual estar agradecidos. Incluso en tiempos difíciles podemos estar llenos de gratitud. La palabra Eucaristía significa acción de gracias. Cada semana, cuando nos reunimos para la celebración eucarística, es una oportunidad para considerar nuestras bendiciones y expresarle gratitud a Dios.

Recibir la Sagrada Comunión, permitiendo que Dios haga su hogar dentro de mí

Creemos en la verdadera presencia de Jesús en la Eucaristía. En la iglesia, los domingos, gozamos de momentos íntimos con Jesús, conversamos con Él sobre lo que sucede en la vida, damos gracias por el don de recibirlo y pedimos ayuda durante la próxima semana. ¿Por qué perderte ese encuentro que es un privilegio y una bendición?

Para recibir de Dios la gracia que necesito para pasar la semana

Dios nos da muchas gracias cuando oramos y celebramos los sacramentos. Son esas gracias que nos sostienen durante toda la semana. Si te has perdido la Misa por alguna razón (no necesariamente de urgencia), ¿notas que algo no parece correcto durante toda la semana? No te pierdas estos regalos que Dios quiere darte.

Compartir en comunión con los creyentes en la Misa, con los que están en el Cielo y con los creyentes de todo el mundo

La celebración de la Eucaristía no es solo un servicio de la iglesia aquí en la tierra. Hay algo más grande que sucede durante el transcurso de la Misa: nuestra liturgia terrenal es una participación en la liturgia celestial. Nos unimos a los ángeles y los santos en su alabanza y podemos estar cerca de nuestra familia y amigos que se nos han adelantado.

Saber que no estás solo y que una comunidad de fe te rodea y te apoya

Todos los domingos, las personas de tu comunidad se reúnen y oran juntas. Y cuando surgen dificultades o ocurren tragedias, es esta misma comunidad de fe la que nos rodeará con su oración y nos ayudará de cualquier manera posible. Nos dará la certeza de saber que podemos superar lo que sea que estemos enfrentando.

Escuchar la orden “Ir”, recordándote que Jesús quiere que tomes lo que has recibido y lo compartas con otros, cumpliendo su mandato de hacer discípulos

Así como Jesús comisionó a los apóstoles que hicieran discípulos, al final de cada Misa el sacerdote nos ordena ir y anunciar el Evangelio. A través del anuncio, glorificar a Dios con nuestras vidas.
Somos enviados a una misión. Lo que hemos experimentado y recibido es la guía de la Iglesia para compartirlo y vivirlo el resto de la semana.
Con información de Catholic Exchange

Jaime Septién, Aleteia












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