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miércoles, 13 de enero de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Marcos 1,29-39 Jesús se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar
 
 

Cristo en el Monte de los Olivos, pintado por Josef Untersberger (1864-1933), pintado en 1912,
Óleo sobre lienzo © Christian Art

EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Comentario

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
El Heraldo, III, (SC 143, Œuvres spirituelles, Cerf, 1968), trad. sc©evangelizo.org


Seguir a Cristo

Rezando con devoción por una persona, Gertrudis recibió esta enseñanza para que sirviera de regla a la conducta de su vida: (…) fiel a lo que la Escritura le haya podido revelar sobre el comportamiento de Cristo, se aplicara a imitar su ejemplo en todo y especialmente en tres cosas.
Lo primero es que, frecuentemente, el Señor pasaba la noche en oración. Esta alma debía entonces, en la tribulación y la adversidad, buscar auxilio en la oración. Segundo, de igual forma que el Señor recorría pueblos y ciudades predicando, esta persona debía aplicarse, no sólo en su predicación sino en todas sus acciones, gestos y atuendo, a edificar al prójimo con su buen ejemplo. Tercero, lo mismo que Cristo Señor ha esparcido múltiples bendiciones sobre quienes las necesitaban, esta persona debía esparcir la gracia con sus palabras y acciones. En el momento de actuar o hablar, debía estar siempre atenta para encomendar al Señor que ese acto fuese unido a su obra divina perfecta, ordenado según su adorable voluntad para la salvación del género humano. Una vez la acción realizada, ofrecerla de nuevo al Hijo de Dios, con la misma intención de unión, para ser corregida de sus imperfecciones y hecha digna de ser presentada a Dios Padre, en eterna alabanza. (EDD)





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