La Santa Sede ha expuesto su enfoque sobre el uso de vacunas sin rodeos y para evitar falsas noticias y oscurantismos; fe y ciencia en diálogo
Si bien los debates en torno a las vacunas contra el coronavirus son animados y numerosos, la Santa Sede se propuso aclarar su posición. Lo hizo publicando una nota el 29 de diciembre en la que expone en veinte puntos su enfoque sobre el uso de vacunas anti-COVID-19.
Este documento, elaborado por la Comisión Vaticana Covid-19 y la Pontificia Academia para la Vida, reafirma
«el papel fundamental de las vacunas en la superación de la pandemia, no solo para la salud individual, sino también para proteger la salud de todos».
De hecho, la Santa Sede iniciará a vacunar a sus 3000 empleados en los próximos días, casi como predicar con el ejemplo. Hasta el papa Francisco se encuentra en lista de las personas que tienen la prioridad en la campaña anti-covid 19. La Ciudad del Vaticano ‘es una casa grande’. El dilema ético de vacunar a cardenales, monseñores mayores y personal laico es concreto.
En este sentido, la Congregación para la Doctrina de la Fe(CDF) definió «moralmente aceptable» las vacunaciones anti-Covid. (21.12.2020).
Aborto voluntario y vacunas
La Santa Sede sale al paso a las teorías controvertidas alimentadas incluso por obispos, asociaciones católicas y expertos, como advierte la nota de la CDF, respecto a una supuesta complicidad con el aborto por parte del creyente que va a vacunarse. Y enfrenta los dilemas éticos sobre el uso de algunas vacunas contra el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. (21.12.2020)
En el texto de la Academia Pontificia para la Vida se reafirma que el uso de vacunas que han recurrido en su desarrollo a células obtenidas de fetos abortados
«excluye que exista una cooperación moralmente relevante ente quienes hoy en día utilizan estas vacunas y la práctica del aborto voluntario» (29.12.2020).
Responsabilidad moral de vacunarse
El Vaticano reafirma que se compromete conjuntamente «a garantizar que ninguna vacuna emplee material biológico procurado de abortos voluntarios para su preparación». De ahí, que la posición de la Iglesia Católica es reiterativa sobre
«la responsabilidad moral de vacunarse, para que los niños y la población en general no corran graves riesgos para la salud».
Frente a las motivaciones para no vacunarse, incluida la de evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario, el dicasterio vaticano, encargado de regular temas de bioética, rama de la ética dedicada a promover los principios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, reafirma, por lo tanto, que
«se pueden aplicar todas las vacunas clínicamente recomendadas con la conciencia clara de que recurrir a dichas vacunas no significa una especie de cooperación con el aborto voluntario».
El rechazo individual de la vacuna puede ser un riesgo para otros…
En cuanto a la responsabilidad moral de vacunarse, se reafirma también una «estrecha relación entre la salud personal y la salud pública». Por ello, se invita a una «decisión responsable en este contexto, puesto que el rechazo de la vacuna puede también constituir un riesgo para otros».
Si la motivación para el rechazo fuese «la de evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario». De hecho, en casos como este, como aclara la CDF,
«se puede considerar que en determinadas condiciones sea moralmente aceptable utilizar las vacunas anti-Covid-19 que hayan usado linajes celulares provienientes de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».
Se trata aquí de una cooperación material pasiva (y no formal), ya que es indirecta y remota; y dada la intención que subyace a la elección, la contingencia con respecto al hecho imputado, y las circunstancias en las que nos encontramos hoy en día». Por lo tanto, los criterios que harían de la decisión de vacunarse éticamente ilícita no son vinculantes.
La vacuna y la efectividad
«Los diversos mecanismos de producción y efectividad de la vacuna tienen una gran influencia sobre la logística de distribución (especialmente en relación con la temperatura a la cual deben almacenarse) y en su capacidad de proteger de la infección o de la manifestación clínica de la enfermedad», se lee en el documento.
En el primer caso, advierte, cuando la vacuna es capaz de proteger de la infección, contribuye a la inmunidad del “grupo/rebaño”. Contrariamente, en el segundo caso, cuando la infección llega pero sin manifestaciones clínicas, la vacuna no necesariamente reduce la circulación del virus (por lo que sería necesario vacunar directamente a los que corren mayor riesgo de contraer la enfermedad)».
Justicia e inclusión
Además, el documento advierte contra la contribución a un aumento de las hospitalizaciones con la consiguiente sobrecarga de los sistemas de salud, al punto de un «posible colapso», como ocurre en varios países durante esta pandemia, dificultando la ‘acceso a la atención médica, una vez más a expensas de quienes tienen menos recursos.
Los principios de justicia, solidaridad e inclusión deben ser la base de «cualquier intervención específica y concreta en respuesta a la pandemia. Por tanto, «el objetivo de la explotación comercial como único criterio no es éticamente aceptable en el ámbito de la medicina y la atención sanitaria».
Así las inversiones en este ámbito de la salud deberían encontrar su «significado más profundo en la solidaridad humana».
«Para que esto sea posible, hay que identificar y diseñar sistemas que favorezcan la transparencia y la colaboración, en lugar del antagonismo y la competencia».
Superar el nacionalismo
Asimismo, se invita a superar la lógica del «nacionalismo de la vacuna», entendida como el intento por parte de varios Estados de tener su propia vacuna lo antes posible, procurándose a toda costa la cantidad necesaria para sus habitantes, con el fin de ganar prestigio interno y ventaja sobre otros países».
El Vaticano solicita «acuerdos internacionales para gestionar patentes a fin de facilitar el acceso al producto y evitar posibles cortocircuitos comerciales, como también para mantener el precio estable en el futuro, son altamente deseables y deben ser apoyados».
En varias ocasiones, el Papa Francisco ha afirmado la necesidad de lograr que las inminentes vacunas contra el Covid-19, estén disponibles para todos y sean accesibles por todos para evitar la «marginalidad farmacéutica»:
«si existe la posibilidad de curar una enfermedad con un medicamento, éste debería estar al alcance de todos, de lo contrario se comete una injusticia» (Mensaje Urbi et Orbi de Navidad).
Ary Waldir Ramos Díaz, Aleteia
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