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| Marcos 1:40-45 | | Un leproso se acercó a Jesús y le suplicó |
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| | Víctimas de lepra enseñadas por el obispo, Iluminación medieval de James Le Palmer, Tomado del manuscrito de Omne Bonum, Ejecutado alrededor de 1360-1375, Tinta y pintura en vitela, Número de registro: c6541-07; Real 6 E. VI; f.301ra. © Biblioteca Británica, Londres | En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes. |
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Comentario
San Francisco es curado de su miedo por un leproso
Un día, cuando el joven Francisco montaba a caballo cerca de Asís, un leproso le salió al encuentro. Francisco sentía una gran repugnancia hacia los leprosos. Esto le empujó con fuerza a bajar del caballo y le dio al leproso una moneda de plata, besándole la mano. El leproso le dio un beso de paz y Francisco montó de nuevo en el caballo y continuó su camino. A partir de este momento empezó a superar cada vez más sus inclinaciones naturales y llegó a una perfecta victoria sobre sí mismo, por la gracia de Dios. |
Algunos días más tarde, con gran cantidad de dinero en el bolsillo se dirigió hacia el hospicio de los leprosos y, una vez reunidos todos, les dio a cada uno de ellos una limosna besándoles las manos. A la vuelta experimentó lo que en un principio le resultaba amargo, --ver y tocar a los leprosos--, se le había vuelto dulzura. Antes, la simple vista de los leprosos, como él mismo confesaba, le era tan penoso que incluso evitaba ver las casas donde habitaban. Si en alguna ocasión los veía o le tocaba pasar cerca de una leprosería...volvía el rostro y se tapaba la nariz. Pero la gracia de Dios le convirtió de tal manera que se le hizo familiar y le gustaba convivir con ellos y servirlos, como el mismo reconoce en su testamento. La visita a los leprosos le había transformado. (EDD) |
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