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Comentario
San Ignacio de Antioquia (¿- c. 110) |
Por nuestros frutos nos reconocerán
Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno. Nada mejor que la paz, que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra. |
Nada de esto os es desconocido, si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la fe, el fin es la caridad. Cuando ambas virtudes van a la par, se identifican con el mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El que profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. “Por el fruto se conoce el árbol”; del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una profesión de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin. |
Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra. Uno solo es el maestro, que “lo dijo y existió” (Sl 32,9); pero también es digno del Padre lo que enseñó sin palabras. El que posee la palabra de Jesús es capaz de entender lo que él enseñó sin palabras y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido para el Señor, sino que aun nuestros secretos más íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en nosotros. |
Oración
Señor Dios nuestro:
La actual renovación en la Iglesia
y los cambios en nuestro mundo
han hecho vacilar
muchas de nuestras certezas y seguridades;
y a veces no sabemos qué terreno pisamos.
Danos, Señor, una fe firme, una profunda confianza,
y la sabiduría de tu Espíritu.
Ayúdanos a mantener nuestro sentido crítico,
para que no corramos detrás de falsos profetas;
pero, aun así, que nos mantengamos abiertos
a toda renovación auténtica
que nos acerque más a ti
y nos ayude a dar buen fruto,
por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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