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lunes, 26 de julio de 2021

Evangelio del día

 

Mateo 13:31-35
El reino de los cielos es como un grano de mostaza

Fotograma de la película La misión, protagonizada por Jeremy Irons y Robert De Niro,
ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes y del Globo de Oro al mejor guión,
dirigida por Roland Joffé, estrenada en 1986,
© Columbia & Warner Bros.

Jesús expuso una parábola ante la multitud:
 "El reino de los cielos es como un grano
de mostaza que un hombre tomó y sembró
en su campo. Es la más pequeña de todas
las semillas, pero cuando ha crecido es el
mayor de todos los arbustos y se convierte
en un árbol, de modo que las aves del cielo
vienen a refugiarse en sus ramas".
 
Les contó otra parábola: "El reino de
los cielos es como la levadura que una
mujer tomó y mezcló con tres medidas
de harina hasta que quedó leudada por
completo".
 
En todo esto, Jesús hablaba a las
multitudes en parábolas; de hecho,
nunca les hablaba sino en parábolas. Así
se cumplía la profecía: Os hablaré en
parábolas y expondré cosas ocultas
desde la fundación del mundo.

Comentario

Bulle

San John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS vol 6, nº 20 «El templo visible»


Cristo, grano de mostaza y levadura sembradas en el mundo

     Cristo vino para someterse a este mundo, reivindicar que era su propio dominio, afirmar sus derechos sobre él como a su amo, liberarlo de la dominación que el enemigo había usurpado, para manifestarse a todo hombre, para establecerse en él. Cristo es este grano de mostaza negra que debe crecer silenciosamente y cubrir toda la tierra. Cristo es esta levadura que hace secretamente su camino a través de la masa de los hombres, de sus sistemas de pensamiento e instituciones, hasta que todo sea levantado. Hasta entonces la tierra y el cielo estaban separados; su proyecto de gracia es hacer de ellos un solo mundo, haciendo que la tierra sea semejante al cielo.
Él estaba en el mundo desde los comienzos, pero los hombres adoraron otros dioses. Vino a este mundo en la carne, pero «el mundo no lo conoció»; «vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron» (Jn 1,10-11). Sin embargo él había venido para provocar que le recibieran, le conocieran, le adoraran. Vino para integrar en él a este mundo puesto que, así como él mismo es la luz, este mundo fuera luz también. Cuando vino, no tenía «dónde reclinar la cabeza» (Lc 9, 58), pero vino para hacerse en él un lugar, hacerse en él un lugar para habitar, y encontrar unas moradas. Vino a cambiar el mundo entero en morada de su gloria, este mundo que los poderes del mal tenían cautivo.
Vino de noche, nació en la negra noche, en una cueva... Es allí donde primero descansó su cabeza, pero no para quedarse en ella para siempre. No podía limitarse a esta oscuridad... Su intención era transformar el mundo... Todo el universo debía ser renovado por él, pero no recurrió a nada ya existente, para crearlo todo de la nada... Era una luz que alumbraba las tinieblas hasta que con su propia fuerza creó un Templo digno de su nombre.

Oración

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.
Amén



































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