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jueves, 23 de septiembre de 2021

Evangelio del día

 



Evangelio según San Lucas 9,7-9.

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Tratados sobre la primera carta de san Juan, I, 3


El deseo de ver a Cristo

San Juan escribe: «Os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos» (1Jn 1,2-3). Prestad atención: «Os anunciamos eso que hemos visto y oído». Ellos vieron al mismo Señor presente en carne, escucharon de la boca del Señor sus palabras y nos las anunciaron. Y nosotros, sin duda, también las hemos escuchado, pero no le hemos visto. ¿Es que somos menos dichosos que los que le vieron y escucharon? Entonces, ¿por qué san Juan añade: «Os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros»? Ellos vieron; nosotros no hemos visto, y sin embargo, estamos unidos a ellos porque tenemos la misma fe.
Al discípulo que pidió tocar para creer... el Señor le dijo, para consolarnos a nosotros que no podemos tocar pero podemos llegar al Señor por la fe: «Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20,29). Él habla de nosotros, es a nosotros que nos señala. ¡Que se cumpla pues, en nosotros, esta bienaventuranza que el Señor prometió! Creamos firmemente lo que no hemos visto; los que lo vieron nos lo han anunciado para que estemos en comunión con ellos y tengamos «la plenitud de la fe» (v. 4). (EDD)

Oración

Amado Padre que estás en el cielo, te damos gracias porque nos has dado desde lo alto al Señor Jesús, y nos permites estar con él y encontrar alegría, aunque estamos rodeados por todo lo que va a perecer y desaparecer. Porque con Cristo Jesús nos tomas de la mano en los momentos de ansiedad, necesidad y muerte. Concede que él esté con nosotros mientras continuamos nuestro peregrinaje. Concédenos tu Espíritu, porque somos pobres en espíritu y en alma. Danos tu Espíritu Santo desde lo alto. Solamente en nuestras debilidades llegamos a entender la fuerza y la victoria que nos traes por medio del Señor Jesús, nuestro Salvador. El Señor Jesús es nuestro Salvador del cuerpo, alma y espíritu, por siempre y para siempre. Amén.
























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