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martes, 7 de septiembre de 2021

Evangelio del día

 

Lucas 6:12-19
Jesús rezó y eligió a sus Doce Apóstoles


Jesús salió al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Al llegar el día, convocó a sus discípulos y eligió a doce de ellos; los llamó "apóstoles": Simón, al que llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Simón llamado el Zelote, Judas hijo de Santiago y Judas Iscariote, que se convirtió en traidor.

Luego bajó con ellos y se detuvo en un terreno llano donde había una gran reunión de sus discípulos con una gran multitud de personas de todas partes de Judea y de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón que habían venido a escucharle y a curarse de sus enfermedades. También quedaban curadas las personas atormentadas por espíritus inmundos, y todos los de la multitud intentaban tocarle porque salía de él un poder que los curaba a todos.

Comentario

Bulle

Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
El Amor Más Grande, p. 5 (trad. cfr. Formarse, rev.)


“Pasó toda la noche en oración con Dios”

A Dios no lo podemos encontrar en medio del ruido y la agitación. (…) En el silencio Él nos escucha; en el silencio Él habla a nuestras almas. En el silencio se nos concede el privilegio de escuchar su voz.
Silencio de los ojos,
Silencio de los oídos,
Silencio de la boca,
Silencio de la mente.
En el silencio del corazón Dios habla.
Es necesario el silencio del corazón para poder oír a Dios en todas partes, en la puerta que se cierra, en la persona que nos necesita, en los pájaros que cantan, en las flores, en los animales. Si cuidamos el silencio será fácil orar. En las historias y escritos hay demasiadas palabras, demasiada repetición, demasiada machaconería. Nuestra vida de oración sufre mucho porque nuestro corazón no está en silencio. Guardaré el silencio de mi corazón con mayor cuidado para oír sus palabras de consuelo en el silencio y para consolar a Jesús en su sufridor disfraz de pobre desde la plenitud de mi corazón.

Oración

Señor nuestro Dios, recuérdanos una y otra vez lo que has hecho en nuestras vidas y corazones, para darnos certeza de la resurrección. Ayúdanos a vivir en esta certeza y a aferrarnos a todo lo bueno y grande que traes a nuestras vidas. Concédenos la seguridad, de que estamos ganando terreno en la batalla por la redención, de aquellos que todavía están en tinieblas y en sombra de muerte. Que encontremos alegría en lo que tenemos aquí y ahora. Danos paciencia en nuestras luchas. Danos esperanza por todo lo que ha salido mal, porque aun lo que está en oscuridad todavía está en tus manos. Al final, todo saldrá a la luz, para que toda la humanidad pueda glorificar tu grandioso nombre. Amén.
































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