Evangelio según San Lucas 7,1-10.
| Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. |
| Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. |
| Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. |
| Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, |
| porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". |
| Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; |
| por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. |
| Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace". |
| Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe". |
| Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Concilio Vaticano II |
Jesús encuentra fe en un centurión romano
| Quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras. En primer lugar, aquel pueblo que recibió los testamentos y las promesas y del que Cristo nació según la carne (Rm 9, 4-5). Por causa de los padres es un pueblo amadísimo en razón de la elección, pues Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación (Rm 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día postrero. |
| El mismo Dios no está lejos de otros que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de Él la vida, la inspiración y todas las cosas (Hch 17, 25), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (1Tm 2,4). Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan vida. |
| Pero con mucha frecuencia los hombres, engañados por el Maligno, se envilecieron con sus fantasías y trocaron la verdad de Dios en mentira… Por lo cual la Iglesia, acordándose del mandato del Señor, que dijo: “Predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15), procura con gran solicitud fomentar las misiones para promover la gloria de Dios y la salvación de todos los hombres. (EDD) |
Oración
Señor Dios, Padre de todos:
Tú llamas a gente de toda lengua, cultura y nación
para adorarte y vivir en tu amor.
Que tu Hijo Jesucristo hable en medio de nosotros,
como lo hizo con el centurión,
tu palabra salvadora que lleva curación a todos.
Que muchos acepten su invitación
a sentarse con nosotros a su mesa.
Danos suficiente fe y amor
para que nosotros también, como tú y tu Hijo,
sepamos hacer de gente extraña y desconocida
verdaderos amigos.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

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