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martes, 5 de diciembre de 2023

Evangelio del día

 

Libro de Isaías 11,1-10.

En aquel día, saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.
Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor
-y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir:
juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.
El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá;
la vaca y la osa vivirán en companía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado.
No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.


Salmo 72(71),2.7-8.12-13.17.

Para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;

que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.

Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.
Que perdure su nombre para siempre
y su linaje permanezca como el sol;

que él sea la bendición de todos los pueblos
y todas las naciones lo proclamen feliz.


Evangelio según San Lucas 10,21-24.

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
La Trinidad, I,7; 2, 6-7 (PL 10, De Trinitate I.II, Prière du Temps présent, Cerf, 1971), trad. sc©evangelizo.org


Glorificar al Padre en el Hijo

Los cielos, el aire, la tierra, los mares, son revestidos de esplendor y el cosmos entero debe su nombre a su magnífica armonía. Esta belleza de todo, la apreciamos instintivamente, naturalmente, pero la palabra que la expresa es siempre inferior a lo que entendemos con nuestra inteligencia. Con más razón, el Señor de la Belleza está por encima de toda belleza y si nuestra inteligencia no puede concebir su esplendor eterno, puede tener una idea de su esplendor. Debemos confesar un Dios de belleza inconcebible para nuestro espíritu, a la que no podemos llegar fuera de Él.
Esta es la verdad del misterio de Dios, de la naturaleza impenetrable del Padre. Dios es invisible, inefable, infinito. La palabra más elocuente se calla, la inteligencia que desea penetrar ese misterio se siente entumecida, experimenta su propia estrechez. En el nombre del Padre, está su verdadera naturaleza, ya que él es Padre. Pero no como los hombres lo son, porque es increado, eterno, permanece siempre y para siempre. Sólo el Hijo es conocido: “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,27; Lc 10,22). Ellos se conocen mutuamente y el conocimiento que tiene uno del otro es perfecto. Porque nadie conoce al Padre sino el Hijo, es con el Hijo, único testigo fiel, que tenemos que aprender a conocer al Padre.
Es más fácil pensar esto del Padre, que decirlo. Siento cuánto la palabra es impotente para expresar lo que él es. (…) El conocimiento perfecto de Dios a nuestra escala humana, consiste en saber que Dios existe, que no puede ser ignorado, pero que permanece inexpresable e indecible. Creamos en él, tratemos de comprender, esforcémonos en adorarlo. Esa alabanza será el testimonio que podemos darle. (EDD)

Oración

“Señor Jesús, quiero reconocer en mi el amor íntimo de tu Sagrado Corazón que viene a mi corazón. Deseo unirme en intimidad contigo y mantenerme en esa unión todo el tiempo. Ámame con un amor personal. Entrégate por entero a mi?, que tanto te deseo. No tienes obligación de amarme, pero te suplico que me ames. Tu amor  el es lo que más ansío y es mi mayor seguridad. Posee mi alma y hazla tuya para siempre.

Amén”

(catholic-net)



















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