En la difícil tarea de educar, los padres tenemos que ser conscientes de que los niños no nacen sabiendo, que muchas veces son “inconscientes” porque todavía no tienen la conciencia formada y que es nuestra responsabilidad llevarlos a ser adultos responsables. Eso no es cuestión de un día, ni es cuestión de decirlo y esperar resultados inmediatos y siempre positivos. Como dijo el Papa, los padres tenemos que “volver del exilio” e“implicarnos plenamente”.
¿Y cómo nos implicamos plenamente? Nos contesta el Papa en la misma catequesis:
“Si vosotros padres decís a los hijos: “Subamos por aquella escalera” y los tomáis de la mano y paso a paso los hacéis subir, las cosas irán bien. Pero si vosotros decís: “¡Vamos, sube!” — “Pero no puedo” — “¡Sigue!”, esto se llama exasperar a los hijos, pedir a los hijos lo que no son capaces de hacer. Por ello, la relación entre padres e hijos debe ser de una sabiduría y un equilibrio muy grande. Hijos, obedeced a los padres, esto quiere Dios. Y vosotros padres, no exasperéis a los hijos, pidiéndoles cosas que no pueden hacer. Y esto hay que hacerlo para que los hijos crezcan en la responsabilidad de sí mismo y de los demás”.
Es de enorme importancia ir haciendo crecer a los niños en las responsabilidades, mediante la confianza. Tenemos que confiar en ellos, pero al mismo tiempo vigilar su crecimiento, y ayudarlos a sentir confianza en sí mismos, brindándoles un ambiente controlado donde su responsabilidad personal sea cada vez mayor.
Finalmente para hacer un examen personal, podríamos preguntarnos: ¿Confío en mis hijos, o en mis alumnos?, ¿les brindo un ambiente amoroso de responsabilidad controlado?, ¿les ayudo a generar confianza en sí mismos?, ¿Soy paciente y amoroso en la corrección de las faltas que puedan cometer en ese crecimiento?
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