(ACI) .- En la homilía de la Misa que presidió ayer por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta donde reside, el Papa Francisco reflexionó sobre la importancia de tener un corazón abierto a las sorpresas de Dios, a las novedades del Espíritu Santo, para que cada uno de los fieles sea capaz de superar la “idolatría de uno mismo” que se encierra en la obstinación de hacer las cosas porque “siempre se ha hecho así”.
El Papa, señala Radio Vaticano, afirmó que “este es el mensaje que hoy nos da la Iglesia. Esto es lo que Jesús dice con tanta fuerza: ‘Vino nuevo en odres nuevos’. A las novedades del Espíritu, a las sorpresas de Dios, incluso las costumbres deben renovarse. Que el Señor nos dé la gracia de un corazón abierto, de un corazón abierto a la voz del Espíritu, que sepa discernir lo que ya no debe cambiar, porque es un cimiento, de lo que debe cambiar para poder recibir la novedad del Espíritu Santo”.
El Santo Padre meditó sobre la Primera Lectura en la que Dios rechaza a Saúl que escucha al pueblo antes que al Señor. El pueblo, tras vencer en una batalla, quería hacer un sacrificio con el mejor ganado porque “siempre se ha hecho así”. Por ello el profeta Samuel reprocha a Saúl y lo cuestiona: “¿Acaso al Señor le agradan los holocaustos y los sacrificios sobre la obediencia a su voz?” Lo mismo –dice el Papa– nos enseña Jesús en el Evangelio”.
Los doctores de la ley le reprochan que los discípulos no ayunaban como siempre se había hecho y Jesús responde “con este principio de vida”: “nadie pone un remiendo de paño sin remojar en un manto viejo porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y al final empeora. Nadie echa vino nuevo en odres viejos porque revientan los odres y se pierden el vino y los odres; ¡a vino nuevo, odres nuevos!”
“¿Qué significa esto? ¿Que la ley cambia? ¡No! Sino que la ley está al servicio del hombre, que está al servicio de Dios y por esto el hombre debe tener el corazón abierto. El ‘siempre ha sido hecho así’ es de un corazón cerrado y Jesús nos ha dicho: ‘Les enviaré al Espíritu Santo y Él los conducirá a la verdad plena’. Si tú tienes el corazón cerrado a las novedades del Espíritu ¡jamás llegarás a la verdad plena! y tu vida cristiana será una vida a medias, una vida parchada, remendada con cosas nuevas, pero sobre una estructura que no está abierta a la voz del Señor. Un corazón cerrado porque no eres capaz de cambiar los odres”.
El Papa subrayó que “este es el pecado del rey Saúl, por el que ha sido rechazado. Es el pecado de tantos cristianos que se aferran a lo que se ha hecho siempre y no permiten que se cambien los odres y terminan con una vida a medias, parchada, remendada, sin sentido”.
El pecado “es un corazón cerrado” que “no escucha la voz del Señor, que no está abierto a la novedad del Señor, al Espíritu que siempre nos sorprende”.
“Los cristianos obstinados con el ‘siempre se ha hecho así’, ‘este es el camino’, ‘esta es la senda’, pecan: pecan de adivinación. Es como si fueran a ver a una adivina: ‘Es más importante lo que se ha dicho y que no cambia; lo que siento yo –por mi parte y de mi corazón cerrado– que la Palabra del Señor’. También es un pecado de idolatría la obstinación: el cristiano que se obstina, ¡peca! Peca de idolatría. ‘¿Y cuál es el camino, Padre?’: abrir el corazón al Espíritu Santo, discernir cuál es la voluntad de Dios”.
El Papa explicó asimismo que “en tiempos de Jesús era habitual que los buenos israelíes ayunaran pero hay otra realidad: está el Espíritu Santo que nos conduce a la verdad plena y por esta razón Él tiene necesidad de corazones abiertos, de corazones que no estén obstinados en el pecado de idolatría de sí mismos en los que es más importante lo que yo pienso que aquella sorpresa del Espíritu Santo”.
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