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domingo, 17 de enero de 2016

5 consejos para educar a un niño de carácter fuerte

¿Te cuesta educar con alegría? ¿Estás haciendo que tu y tu hijo se sientan mal?

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Dicen que si educas a un niño pertinaz a hacer lo correcto, hará lo correcto con toda la determinación de la que es capaz. Siempre y cuando no quiebres su voluntad. Educar a un hijo o una hija con mucho carácter puede agotar todas tus energías si no pones esmero y creatividad en su educación. Cuanto más astuto sea tu hijo, más difícil será tu trabajo como padre o madre. Aquí tienes cinco consejos que te ayudarán a evitar la tensión de educar a un chico o una chica de fuerte carácter y convertirla en diversión:

1. Nunca luches para ver quién tiene la voluntad más fuerte: El truco para educar con amor a un niño temperamental es no entrar nunca en una batalla de voluntades. Acabarás agotado. Si ganas, habrás quebrado la voluntad de tu hijo. Si pierdes, será él o ella quien habrá pasado por encima de ti.

Tu trabajo no es enseñar a tu hijo quién está al mando usando penosas técnicas disciplinarias. Tu trabajo es el de ayudar a que tu hijo reconduzca su temperamento y lo ponga en buen uso, al tiempo que refuerzas ciertas normas básicas del hogar. ¿Que es más fácil decirlo que hacerlo? Pues sí. Pero sigue leyendo, porque tengo algunas ideas que te pueden ayudar a conseguirlo.

2. Escribe las normas básicas del hogar y cíñete a ellas: Haz una lista de las reglas de casa y asegúrate de que las escribes bien claras. Aquí está nuestra lista. Los más pequeños necesitan menos normas; intenta usar una norma por cada año de edad: si tienes una niña de cuatro años, con cuatro normas será bastante, por ejemplo.
Si tienes varios hijos de diferentes edades, escribe las suficientes normas para cubrir las necesidades del mayor. Colócalas en un lugar central de la vivienda, como el frigorífico. Relee las normas de tu casa regularmente, una vez al día al menos. Nosotros las revisamos cada mañana después de las oraciones.

Cuando alguno de tus hijos rompa alguna, relee dicha norma para recordarla. Por ejemplo, una de nuestras normas es “Sé agradecido, no envidioso”. Así que cada vez que empiezan las quejas y los caprichos, les repito “Sé agradecido, no envidioso”.

3. Para los castigos no uses dolor, mejor consecuencias naturales y reflexión personal: Con un hijo temperamental, siempre existe la tentación de imponer la disciplina, usando cada vez más y más muestras de fuerza, para demostrar quién está al mando. Cuando un hijo o una hija pone a prueba tu paciencia, es fácil caer en los castigos típicos de sin salir del cuarto, sin postre o una azotaina en el trasero.

O simplemente, como pasa a la mayoría de padres y madres, recurrimos a los gritos. Gritar y dar azotainas no son soluciones a largo plazo. Es posible que den el resultado inmediato que buscas (que el infante cese un comportamiento no deseado), pero en última instancia los gritos y los castigos físicos conducen sencillamente a una lucha de voluntades que causa más mal que bien.

Más que gritos y castigos corporales, lo que un niño necesita es una educación armonizada para un desarrollo cerebral sano. Es entonces cuando tienes que ser un educador creativo. En lugar de recurrir a castigos precipitados e irreflexivos como dar azotes o quitar premios, opta mejor por medidas disciplinarias que requieran reflexión o permitan a tu hijo o hija compensar por su comportamiento inapropiado.

Por ejemplo, si un niño se porta mal con otro, tal vez el que ha sido malo podría compensar haciéndole algún favor al otro en forma de tarea del hogar o algún gesto amable. Los más mayores pueden escribir cartas de disculpa para las personas con las que han sido injustos. Nosotros a menudo pedimos a nuestros hijos que escriban ensayos sobre las normas del hogar que han quebrantado. Los castigos con escritura logran dos cosas: permiten al menor reflexionar sobre su error y nos dan a todos un poco de tiempo y espacio para calmarnos.
La doctora Joan Luby es profesora de psiquiatría infantil y directora del Programa de Desarrollo Emocional Temprano en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, Misuri, EE.UU. Sus investigaciones han demostrado que la educación positiva de bebés de uno a dos años en situaciones de estrés, en lugar de las reprimendas o el castigo corporal, se asocia a un incremento del tamaño de ciertas zonas del cerebro.

4. Reconducir los deseos egoístas: Los caprichos obstinados son fundamentalmente egoístas. Nuestra labor como padres es redirigir esa gran fuerza de voluntad para alejarla de deseos egoístas y conducirla hacia el bien. Ofrece a tu hija o hijo oportunidades para el liderazgo, incluso si eso supone dejar a uncrío de tres años con carácter fuerte al cargo de una situación durante unos pocos minutos. Déjale que «vigile» a un hermano mientras preparas la cena, por ejemplo.

Cuando ya tengan edad de ir a la escuela, ayuda a tu hijo a reconducir su carácter involucrándolo en alguna buena causa: un refugio de animales, un banco de alimentos, cuidar de un vecino mayor, etc. Los niños mayores necesitan retos reales que sirvan de válvula de escape a su carácter pertinaz, así que plantéate encauzarles en proyectos deportivos, académicos o musicales que pongan a prueba los límites de su fortaleza personal. Las actividades de supervivencia al aire libre, rutas para senderismo, bicicleta o en canoa, por ejemplo, son buenas opciones para el verano de un chico o una chica temperamental.

5. Calma el carácter fuerte de tu hijo a través de la ternura y el amor: Con un hijo o una hija de carácter fuerte, es común que el cansancio y la frustración nos hagan olvidarnos de la ternura, la dulzura y el cariño. Y es que sin nuestro ejemplo, nuestros hijos no pueden aprender a ser amables y cariñosos por sí mismos. Dedica siempre alguna actividad o momento del día para el contacto físico, para un abrazo, para una conversación amable y cariñosa con tus hijos. Unos buenos momentos para ello pueden ser las primeras horas de la mañana, a la vuelta del colegio y a la hora de ir a dormir.
Invertir en tu hijo o hija ahora es la mejor inversión de tu vida. Dedicar tu tiempo a amar y educar a tus hijos te brindará abundantes dosis de alegría. Pero si aún tienes problemas para educar con alegría, aquí tienes otros 12 consejos para criar a hijos alegres.

KATHELEEN M. BERCHELMANN, aleteia

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