Si eres frío y no hay nada que te altere puede que tengas tus emociones congeladas
Si has llegado a un estado de congelación emocional, seguramente no sepas ni qué sientes, ni qué te pasa, ni qué necesitas. Incluso es probable que llegues a pensar que no sientes el dolor y que te cueste empatizar con el sufrimiento de otros.
¿Por qué se congelan las emociones?
Existen múltiples causas:
- Anulación: “Por no molestar, no expreso”. La persona anula su dolor anteponiendo una creencia errónea “mis emociones molestan”. Una idea que seguramente haya aprendido desde su infancia a través de mensajes recibidos en su entorno familiar o escolar. Como consecuencia de ello se produce una carencia en las habilidades de gestión emocional y eso produce una desconexión con lo que sienten.
- Infravaloración: “Hay otros que sufren más que yo, lo mío no es para tanto”. Es una actitud de resignación frente a un dolor que están padeciendo. Sufren pero restan valor a lo que sienten.
- Negación: “Tú no te pares mucho a ver qué sientes, hay que seguir para adelante”. Aceptar que cada uno tiene su mochila emocional y que eso puede generar dolor, no es algo que agrade, pero el que lo niega busca evitar el sufrimiento.
¿Cuáles son los pasos para descongelar mis emociones?
1
DA VOZ A LO QUE TE DUELE
Aunque no tengas costumbre de hablar de lo que sientes, de poner nombre a lo que pasa te dará estabilidad, seguridad y paz.
Existen tres preguntas que pueden ayudarte a conectar emocionalmente:
- ¿Qué ha pasado objetivamente?
- ¿Qué siento? ¿Qué siente mi cuerpo? (angustia, dolor, presión). Esos síntomas te darán pista de lo que sientes realmente.
- ¿Qué pienso? ¿Qué conclusiones saco de lo que he vivido.
2
MANTÉN UNA HIGIENE DE MENTE Y CORAZÓN
Elimina todos los pensamientos que te están influyendo a nivel emocional y recuérdate:
- No soy más fuerte por resistir y callarme todo.
- Me doy permiso para expresar mis emociones y necesidades.
- Ahora soy capaz de protegerme y darme el valor que tengo.
3
BUSCA ESPACIOS DONDE PUEDAS EXPRESARTE
El dolor, la preocupación y la angustia, si se comparten, en un ámbito de confianza y seguridad, aligera el peso que producen los enredos emocionales. Necesitamos personas que respeten nuestro espacio para expresarnos y desahogarnos.
No olvides que, las emociones son parte de nuestra vida y que aprender a gestionarlas es necesario. Da nombre a lo que sientes, identifica y clarifica tus sentimientos.
María del Castillo, Aleteia
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