La dificultad de la oración en familia aumenta con la edad de los niños. A partir de los 12-13 años, se sienten fácilmente limitados por este método. Poco a poco se “separan” de la oración en familia, prefiriendo un enfoque más personal o, a veces, negándose a orar en absoluto. Aquí tiene algunas sugerencias para animarles a seguir orando en familia.
- Reserve un momento por la noche, en un día determinado de la semana, para leer los textos de las Escrituras del domingo siguiente. Será una excelente y útil preparación para la Misa. Este tiempo en familia puede ir seguido de un breve tiempo de meditación o de intercambio y se puede concluir con una oración de acción de gracias y de intercesión.
- Aproveche los momentos litúrgicos más importantes (Navidad, Pascua, Todos los Santos…) para tener juntos un tiempo de intercambio, de lectura de la Palabra de Dios y de oración.
- Utilice las vacaciones y los cumpleaños de cada uno, las salidas, las ausencias y los regresos, las decisiones decisivas, la muerte de los seres queridos, para meditar en familia. Corresponde a cada uno estar atento a estos “signos de la presencia amorosa de Dios en la historia de la familia” y hacer de ellos un motivo de comunión familiar y de encuentro con el Señor en acción de gracias.
- Suscríbelos a algún recurso de oración, por ejemplo la revista “Magnificat“. En un primer momento, usted piensa que la oración de cada día es demasiado abundante y exigente para ellos. Pues bien, se sorprenderá mucho al ver que animados por el hecho de que se les trate por lo que son -es decir unos adultos a los ojos de Dios- harán de Él un compañero de vida.
Por Jean-Régis Fropo - Edifa, Aleteia
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