En cualquier lugar que se celebra la Santa Misa es Navidad.
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Este niño es verdaderamente el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Su reino se extiende realmente hasta los confines de la tierra. En la magnitud universal de la santa Eucaristía, Él ha hecho surgir realmente islas de paz. En cualquier lugar que se celebra la Santa Misa hay una isla de paz, de esa paz que es propia de Dios.
S.S. Benedicto XVI Homilía, 24 de diciembre de 2010 |
Entremos en el misterio de la Navidad a través de la puerta de la Eucaristía.
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Queridos amigos, entremos en el misterio de la Navidad, ya cercana, a través de la "puerta" de la Eucaristía: en la cueva de Belén adoremos al mismo Señor que en el Sacramento eucarístico quiso hacerse nuestro alimento espiritual, para transformar el mundo desde dentro, partiendo del corazón del hombre.
S.S. Benedicto XVI Discurso, 14 de diciembre de 2006 |
Yo me quiero consumir en esta hoguera de amor.
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Yo podré, cerca de la Eucaristía, inmolarme en silencio, exponiéndome a los rayos que emite la Hostia divina. Yo me quiero consumir en esta hoguera de amor.
Santa Teresita del Niño Jesús Doctora de la Iglesia |
Todas las aspiraciones más sublimes del hombre se encuentran realizadas en la Eucaristía.
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Toda santidad viene del sacrificio del Calvario, él es el que nos abre las puertas de todos los bienes sobrenaturales. Todas las aspiraciones más sublimes del hombre, todas ellas, se encuentran realizadas en la Eucaristía.
San Alberto Hurtado |
El Fiat pronunciado por María Santísima y el Amén que pronunciamos en la comunión.
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Hay, pues, una analogía profunda entre el fiat pronunciado por María a las palabras del Ángel y el amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor. A María se le pidió creer que quien concibió "por obra del Espíritu Santo" era el "Hijo de Dios" (cf. Lc 1, 30.35). En continuidad con la fe de la Virgen, en el Misterio eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino.
Beato Juan Pablo II Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 55 |
María Santísima se convirtió en el primer Tabernáculo.
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"Bienaventurada la que ha creído" (Lc 1, 45): María ha anticipado también en el misterio de la Encarnación la fe eucarística de la Iglesia. Cuando, en la Visitación, lleva en su seno el Verbo hecho carne, se convierte de algún modo en "tabernáculo" -el primer "tabernáculo" de la historia- donde el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como "irradiando" su luz a través de los ojos y la voz de María. Y la mirada embelesada de María al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?
Beato Juan Pablo II Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 55 | |
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