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jueves, 12 de diciembre de 2019

Cinco Claves para el Éxito del Matrimonio

Como un proyecto maravilloso de Dios, pero para vivirlo bien en un mundo hostil y con nuestros defectos humanos, José Luis y Magüi proponen también 5 ideas que hay que conocer y aceptar en la vida matrimonial:  




1. Saber que el matrimonio es una llamada de Dios
"San Juan Pablo II dice que hemos sido creados uno para el otro como don de Dios; Dios ya nos pensaba para entregarnos el uno al otro; al mirarnos así, en circunstancias duras comprendemos que Dios nos quiere hablar a través del cónyuge. El catecismo dice que somos el auxilio de Dios el uno para el otro. El cónyuge, tal como es, nos va a acercar a Dios", explica él.
"El matrimonio cristiano es responder a una llamada de Dios. Es una vida plena, pero también con sus cruces", explica ella. "Si mi cónyuge me ayuda, es una bendición; si me mortifica, me ayuda a purificarme. El otro es un bien para mí".
2. Saber que ambos esposos somos diferentes
"Si no entendemos que somos muy diferentes habrá muchas discusiones. No hay que intentar que mi cónyuge sea como yo. Precisamente, son las diferencias las que permiten que lleguemos a ser uno, que nos ayudemos uno al otro. Yo veo que mi esposa, en una reunión, capta cosas relacionales, que yo no veo, yo me quedo en lo conceptual, por ejemplo. He de salir de mi dureza de corazón, de mi aferrarme a mi visión de las cosas. Ella es generosa, yo ahorrador; yo soy puntual, ella no... Esta diferencia sirve para que nos apoyemos, para que cuando uno tenga una carencia se apoye en el otro", dice él.
"Cuando veo algo diferente miro al Cielo y me pregunto '¿qué es esto?', pero eso nos hace crecer y ganar en puntos de unión, saliendo de mi cerrazón", dice Magüi.
3. Aprender a mirarnos como Dios mira
"Mirar como Dios mira incluye esa aceptación y ese asombro y ver lo bello y lo bueno que hay en el cónyuge. Nuestra naturaleza caída nos lleva a mirar precisamente el defecto, y eso genera desánimo. Es fundamental mirar lo bueno que Dios hace en el otro. Eso genera mucho bien en la relación entre los esposos", explica Magüi.
"A nosotros nos ha ayudado mucho la oración conyugal y la promovemos en Proyecto Amor Conyugal. Cuando rezamos juntos con el Señor, Él nos enseña a mirar al otro. Vamos viendo al otro como Dios le ve. Esa oración conyugal purifica nuestra visión y nos hace ver la belleza de Dios en el otro", dice José Luis.
"Esa belleza está en nuestra pequeñez y pobreza. Las personas miran los resultados pero Dios mira la voluntad, la pequeñez", concreta Magüi.
4. Ascética (nuestro esfuerzo) y mística (acoger la gracia de Dios)
"No nos podemos confiar en que la Gracia lo va a hacer todo sin nosotros. Dios Padre quiere que participemos en la Creación y Dios Hijo quiere que participemos en la Salvación, con nuestro sacrificio. Un matrimonio es una obra de Dios, quiere que participemos con nuestros esfuerzo. Dios lo hace casi todo y yo casi nada; Él se compromete a poner su casi-todo si yo pongo mi casi-nada. Hay entregas que podemos hacer, pero van acompañadas por la Gracia y las fecunda. Un pequeño sacrificio mío puede dar un fruto enorme, que nos sobrepasa, más allá de lo que imaginaríamos", dice José Luis.
"Si queremos entrar en una dimensión sobrenatural, con la paz, el gozo y la alegría de Dios, no podemos hacerlo sin Dios. La roca que lo edifica todo en gracia y ascética es el perdón. Es como levantar al niño pequeño si se cae: decir 'no pasa nada', aceptar la pequeñez, y levantarnos y perdonar", añade Magüi.
5. Poner a Cristo, en serio, entre nosotros dos
Hay personas que ponen a Cristo en el centro de su vida individual... pero no en el centro de su matrimonio. "Los cristianos sabemos que el amor es Cristo; deja de mirar fuera, aprende a conocer el Amor, y luego mírate a ti mismo", propone Magüi.
"En nuestra boda Cristo se hace presente y hace un milagro; hace que dos sean uno. Desde ese momento Cristo está entre nosotros. Y se hace presente cada vez que nos acogemos y nos entregamos mutuamente, Cristo se hace presente, y eso es la bomba atómica del amor, porque Cristo tiene una fuerza brutal, y esa onda expansiva llega a nuestros hijos, a los hijos de los hijos...", explica José Luis.
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