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viernes, 6 de diciembre de 2019

Adviento en el siglo XXI



Ya es Adviento otra vez, estamos a las puertas de la Navidad y desde hace tiempo me vengo dando cuenta de que esta fiesta cada vez se celebra más “por lo civil”, vaciándose de su sentido absolutamente cristiano.
Me explico, aunque seguro que me has entendido: hace unos días Carlos Herrera dijo en su programa algo así como que “cada vez es más difícil encontrar al Niño Jesús en los belenes”. Y es verdad, hay artistas que realizan belenes tan zen y modernos que resulta difícil ver la Navidad en ellos. Ana Rosa Quintana también se quejó en su programa hace pocos días: «A ver, ¿qué estamos celebrando ahora? La Navidad. ¿Y qué celebramos en Navidad? El nacimiento de Jesús. También podríamos celebrar el solsticio de invierno, pero si celebramos la Navidad yo quiero muchos niños Jesús por todas partes».
Fui a  un supermercado a comprar calendarios de adviento para mis hijos, de esos que tienen ventanitas con chocolatinas y me costó un rato encontrar alguno que tuviera un belén como dibujo. Había de películas, de Papá Noel y de lo que quisieras pero de la Navidad de verdad había pocos, cada año me pasa lo mismo.
Y es que esta sociedad nuestra se olvida de que la Navidad es una fiesta cristiana 100%, ¡es el cumpleaños de Cristo!, eso es lo que celebramos y lo que nos mueve a hacer fiesta, reuniones de familia y amigos, comidas especiales y regalos: que Dios se hace bebé en la persona de Jesús de Nazaret para que nos acerquemos a Él sin temor y deseando darle nuestro amor. Jesús está deseando quedar contigo.
El Adviento es un tiempo litúrgico que nuestra madre la Iglesia nos ofrece para prepararnos por dentro para el nacimiento de Cristo, para el acontecimiento más grande de la Humanidad: Dios Todopoderoso decide hacerse hombre para resultar absolutamente cercano a todos los hombres de todos los tiempos. Y lo hace naciendo de una mujer, como todos nosotros.  Por eso el Adviento es un tiempo de dulce espera, como lo es la espera de la madre gestante que se prepara para el nacimiento de su hijo.
No suelo pensar en la Virgen María durante el adviento y resulta que sin Ella no habría existido ni adviento, ni Navidad, ni Semana Santa ni cristianismo ni nada. Gracias a su sí generoso al Señor hoy tú y yo podemos celebrar la Navidad. ¿Lo habías pensado alguna vez?
Tampoco pienso en San José, pobrecillo, siempre en 2º plano. Sin él, Jesús no habría tenido una familia de verdad, puede que ni siquiera hubiera podido nacer porque las madres solteras no eran precisamente bien vistas en esa sociedad; tampoco habría aprendido un oficio, no habría sido como fue, porque Dios quiso contar con la respuesta libre y generosa de este hombre y de esta mujer para realizar su plan de salvación.
En este adviento te propongo que pienses en María y José preparando el nacimiento de Jesús y que siguiendo su ejemplo seas generoso con Dios, limpies tu alma de todo rastro de pecado y le prepares el lugar más bonito y acogedor del mundo, donde Él desee nacer y quedarse.
¡Venga!, tienes aún 3 semanas... Haz un examen de conciencia a fondo y ve a confesarte, vacíate de ti mismo y de todo lo feo que hay en tu corazón y ofrécele a Jesús bebé lo mejor de ti para que no le pase como en Belén, que nadie tenía sitio para Él.
Dios siempre es mucho más generoso que nosotros y si tú te le entregas todo entero… ¡ni te imaginas lo que Él te dará!

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