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Comentario
Santa Teresa de Ávila (1515-1582) |
«Este es el pan, que ha bajado del cielo, el que lo coma no morirá "
Pues, visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable |
adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y |
en el de sus hermanos, pidió esta petición: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor. Por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día, que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros... |
He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras, |
porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a |
decir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es como |
decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya |
nuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada día. Pues en esta petición, de cada día parece que «para siempre». |
Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor: cada |
día, tornó a decir: dánoslo hoy, ser nuestro cada día, me parece a mí, |
porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su compañía; El decir hoy me parece es para un día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día! |
Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le |
deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y |
envió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suya |
propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más |
gloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy, |
ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para |
siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio, como he dicho, este |
mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre. (EDD) |
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado con más plenitud la grandeza de tu amor, concédenos, ya que nos has librado de las tinieblas del error, que nos adhiramos más firmemente a tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
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