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viernes, 16 de abril de 2021

Evangelio del día

 

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Juan 6:1-15 Hay un niño pequeño con cinco panes de cebada y dos peces
 
 

El milagro de los cinco panes y los dos peces, Pintura de Lucas Cranach el Viejo (1472-1553),
Óleo sobre tabla, Pintado en el segundo cuarto del siglo XVI © National Museum of Fine Arts, Stockholm

Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea -o de Tiberíades- y le siguió una gran multitud, impresionada por las señales que daba al curar a los enfermos. Jesús subió a la ladera del monte y se sentó allí con sus discípulos. Era poco antes de la fiesta judía de la Pascua.

Mirando hacia arriba, Jesús vio la multitud que se acercaba y dijo a Felipe: "¿Dónde podemos comprar pan para que esta gente coma?" Sólo lo dijo para poner a prueba a Felipe; él mismo sabía exactamente lo que iba a hacer. Felipe contestó: "Con doscientos denarios sólo se puede comprar lo suficiente para darles un trocito a cada uno". Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: 'Aquí hay un pequeño con cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso entre tantos?' Jesús les dijo: 'Haced que la gente se siente'. Había mucha hierba, y se sentaron hasta cinco mil hombres. Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a todos los que estaban sentados; luego hizo lo mismo con los peces, repartiendo todo lo que querían. Cuando ya habían comido bastante, dijo a los discípulos: "Recoged los trozos que hayan sobrado, para que no se desperdicie nada". Los recogieron y llenaron doce cestas con las sobras de la comida de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal que había dado, dijo: 'Este es realmente el profeta que ha de venir al mundo'. Jesús, que veía que estaban a punto de venir a apoderarse de él por la fuerza y hacerlo rey, se escapó él solo al monte.

Comentario


Bulle

San Efrén (c. 306-373)
Diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Diatesaron, 12, 4-5, 11


«Llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron»

En un abrir y cerrar de ojos, el Señor multiplicó un poco de pan. Eso que los hombres hacen en diez meses de trabajo, sus diez dedos lo hicieron en un instante... Sin embargo, al hacer este milagro no pensó en su poder sino en el hambre de los que estaban allí. Si el milagro lo hubiera calculado según su poder, no nos sería posible evaluarlo; calculado según la medida del hambre de miles de personas, el milagro sobrepasó loa doce canastas. En los artesanos el poder es inferior al deseo de los clientes, no pueden hacer todo lo que éstos les piden; por el contrario, las realizaciones de Dios sobrepasan todo deseo...
Saciados en el desierto como antiguamente los israelitas por la oración de Moisés, exclamaron: «Este sí que es el profeta que tenía que venir al mundo.» Hacían alusión a las palabras de Moisés: «El Señor, tu Dios suscitará, de en medio de ti», no un profeta cualquiera, sino «un profeta como yo» (Dt 18,15), que os saciará de pan en el desierto. Tal como caminó sobre el mar, se apareció en la nube luminosa (Mt 17,5), y liberó a su pueblo. Ha dado María a Juan, como Moisés dio su rebaño a Josué... Pero el pan de Moisés no era perfecto; fue dado tan sólo a los israelitas. Queriendo significar que su don es superior al de Moisés y más perfecta la llamada a todas las naciones, nuestro Señor dijo: «El que coma mi pan vivirá eternamente» porque «el pan de Dios es el que baja del cielo» y es dado al mundo entero (Jn 6,51).

Oración

Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la
cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.




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