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Comentario
San Efrén (c. 306-373) |
«Llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron»
En un abrir y cerrar de ojos, el Señor multiplicó un poco de pan. Eso que los hombres hacen en diez meses de trabajo, sus diez dedos lo hicieron en un instante... Sin embargo, al hacer este milagro no pensó en su poder sino en el hambre de los que estaban allí. Si el milagro lo hubiera calculado según su poder, no nos sería posible evaluarlo; calculado según la medida del hambre de miles de personas, el milagro sobrepasó loa doce canastas. En los artesanos el poder es inferior al deseo de los clientes, no pueden hacer todo lo que éstos les piden; por el contrario, las realizaciones de Dios sobrepasan todo deseo... |
Saciados en el desierto como antiguamente los israelitas por la oración de Moisés, exclamaron: «Este sí que es el profeta que tenía que venir al mundo.» Hacían alusión a las palabras de Moisés: «El Señor, tu Dios suscitará, de en medio de ti», no un profeta cualquiera, sino «un profeta como yo» (Dt 18,15), que os saciará de pan en el desierto. Tal como caminó sobre el mar, se apareció en la nube luminosa (Mt 17,5), y liberó a su pueblo. Ha dado María a Juan, como Moisés dio su rebaño a Josué... Pero el pan de Moisés no era perfecto; fue dado tan sólo a los israelitas. Queriendo significar que su don es superior al de Moisés y más perfecta la llamada a todas las naciones, nuestro Señor dijo: «El que coma mi pan vivirá eternamente» porque «el pan de Dios es el que baja del cielo» y es dado al mundo entero (Jn 6,51). |
Oración
Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la
cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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