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viernes, 23 de abril de 2021

Evangelio del día

 


Evangelio según San Juan 6,52-59.

Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himnos 51 (SC 196, Hymnes III, Cerf, 2003), trad. sc©evangelizo.org


“El que come de mi carne y bebe de mi sangre tiene Vida eterna” (Jn 6,58)

Anteriormente, el mar abierto por el bastón de Moisés y el maná descendido del cielo eran sólo figura y símbolos de la verdad. Igualmente, el mar, el bautismo y el maná del Salvador y todo lo que hablamos, son símbolo y figura de realidades que poseen una trascendencia y gloria incomparables, en la medida que lo increado trasciende por naturaleza lo que es creado. Ese maná, que es llamado “pan y alimento de los ángeles”, que en ese tiempo los hombres comieron en el desierto, ha cesado, desaparecido, y están muertos los que lo han comido ya que ellos no participaban de la verdadera vida. En cambio, la carne de mi Maestro, divinizada y llena de vida, hace participar a la vida a los que la comen y los hace inmortales. (…)
Comenzó por despojarme de la corrupción y la muerte, por hacerme enteramente sensible y conscientemente libre. Y misterio más grande aún- hizo un nuevo cielo y, él, Creador de todo, fijó su morada en mí, favor del que ningún santo había sido juzgado digno antiguamente. Antes, hablaba por medio del Espíritu divino y por obra de él realizaba sus maravillas. Pero jamás, jamás, Dios no se había sustancialmente unido a nadie hasta que se hizo hombre Cristo, mi Dios. Habiendo tomado un cuerpo dio su Espíritu divino y por él se une sustancialmente a todos los creyentes y se convierte entre ellos en unión inseparable. (EDD)

Oración

Oremos:

Te pedimos, Señor, que ya que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu
Hijo, nos concedas también que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.




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