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martes, 20 de abril de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Juan 6, 30-35 Yo soy el pan de vida
 
 

El milagro del maná, Pintura de Jacopo Tintoretto (1509-1594), Pintado en 1577,
Óleo sobre lienzo, colocado en el techo © Scuola Grande di San Rocco, Venecia

En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: “¿Qué signo vas a realizar tú, para que lo veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”.

Jesús les respondió: “Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo”.

Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”.

Comentario

Bulle

San Nersès Snorhali (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús, Hijo único del Padre § 150-161; SC 203


«Es mi Padre quien es da el verdadero pan del cielo»

Para los hebreos, separaste en dos el mar a la vista de todos (Ex 14);
y para mí, tinieblas espesas.
En aquel tiempo te tragaste al Faraón;
y ahora, al Príncipe de este mundo, autor de la muerte (Jn 12,31; 8,44).
Para ellos, fuiste nube protectora durante el día
y de noche, columna de fuego (Ex 13,21).
Para mí mi luz, es el conocimiento de tu Hijo, el Verbo,
y mi protección, es el Espíritu Santo.
En aquel tiempo, diste el maná perecedero,
y los que lo comieron murieron;
ahora, es tu cuerpo celeste
que da vida a los que lo comen.
Ellos, bebieron el agua que brotaba del peñasco (Ex 17),
y yo he bebido la sangre de tu costado, tú mi Roca (Jn 16,34; Sal. 18,3). Ellos, vieron suspendida la serpiente de bronce (Núm. 21,9),
y yo, te he visto sobre la cruz, tú que eres la vida.
A ellos, les diste la Ley de Moisés,
escrita sobre tablas de piedra;
y a mí, la sabiduría de tu Espíritu,
tu Evangelio divino.
Por eso me será exigido,
en relación al bien, mucho más que lo que se les exigirá a ellos...
Ya que tú llegaste a ser su Expiador,
Oh Señor mío, lleno de piedad, Hijo único del Padre...
No me impidas como a la mayoría de ellos
entrar en tu Tierra prometida,
sino que con los que entraron (Dt 1,36; 31,3),
introdúceme en tu patria celeste.

Oración

Señor, tú que abres las puertas de tu reino a los que han renacido del agua y del Espíritu, acrecienta la gracia que has dado a tus hijos, para que, purificados ya de sus pecados, alcancen todas tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.




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