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sábado, 17 de abril de 2021

¿Eres adolescente? ¡Vive tu vida sin miedo al qué dirán!


Para conseguir la madurez de nuestra personalidad es fundamental aprender a ser independiente de la gente

Desde que nacemos somos seres únicos e irrepetibles. ¡No hay dos huellas dactilares iguales! Cada persona -con su inteligencia, voluntad, afectividad y espiritualidad- tiene su esencia propia, lo que la hace ser quien es. Y Dios nos quiere así, a todos por igual

Así que nuestra tarea es aprender y enseñar a los niños y adolescentes, que cada persona debe caminar su propio camino a su manera, sin necesidad de ser igual que nadie. Si desde pequeños desarrollamos una sana confianza en nosotros mismos, sin despreciar a los demás, obtendremos una personalidad madura, propia y característica

Sin embargo, conseguir esa madurez de la personalidad es un proceso largo y laborioso en el que intervienen muchos factores

Pero ¿Cuáles son los principales? Los podríamos resumir en tres fundamentales: 

  • La herencia recibida, que da lugar al temperamento de cada uno; 
  • El ambiente y el entorno que forma nuestro carácter;
  • Y, por último, la historia personal de cada uno, nuestra biografía

Así lo señala el psiquiatra Enrique Rojas (http://www.ieip.es/en su último libro “Todo lo que tienes que saber sobre la vida” en el que trata de la importancia de lograr la madurez psicológica para conseguir una personalidad plena y equilibrada. 

Y entre todos los capítulos y apartados que contiene el libro, os invitamos a centrarnos en uno muy interesante: “Ser independiente de la gente”. Evidentemente, no se trata de ir a la mía y pasar de la gente. No. Como dice el mismo autor significa “lograr un cierto grado de libertad frente a los demás”.

Este punto puede ser una guía para los adolescentes. Esa etapa de la vida llena de inseguridades, de vaivenes y de equivocaciones es una oportunidad para alcanzar, poco a poco, esa madurez soñada.

Así que adolescentes y padres o formadores ¡muy atentos a las recomendaciones

  • Luchar para que cada día afecte menos el qué dirán. Es humanamente imposible gustarle a todo el mundo y, además, debido a nuestro comportamiento o nuestros actos, siempre provocaremos comentarios, críticas, burlas o chismes. Es inevitable. 
  • Buscar actuar con naturalidad. Si avanzamos por este camino al final conseguiremos estar a gusto con nosotros mismos. ¿Cómo conseguirlo? Comportándonos con espontaneidad, sencillez, atrevernos a ser nosotros mismos, con nuestro estilo y carácter propio. Y siempre sin ofender a nadie.

Si somos capaces de desenvolvernos así, lograremos una alegría y paz interior. 

  1. No buscar siempre la aprobación y reconocimiento de los demás. Sin embargo, durante la adolescencia es positivo aceptar las correcciones de nuestros mayores, por que ellos quieren lo mejor para nosotros. Con sus comentarios nos pulen, y nos dan buena forma. Pero a excepción de esas personas cercanas que nos conocen, es mejor no dar importancia a lo que los otros nos digan. 
  2. No agrandar ni dramatizar cuando cometamos un fallo. ¡Un fallo lo tiene cualquiera! Hay que aprender a quitar importancia a esas meteduras de pata. Si somos adolescentes, estamos aprendiendo a caminar. 
  3. Por último, no compararnos con otras personas. Cada persona tiene su personalidad y en ocasiones nos fijamos en los otros, pero desde la superficie. Y este comportamiento puede provocarnos envidia. Envidia es la tristeza ante el bien ajeno. ¿Cómo librarnos de ella? Mediante la emulación. Es decir, desear hacer cosas o acciones positivas y valiosas que vemos en otros para integrarlas en nuestra vida. 

En este caso, Enrique Rojas nos propone tener modelos de identidad: “gente valiosa que vemos en nuestra cercanía o en el pasado y que descubrimos su grandeza, su calidad y lo que queremos es parecernos a ellos y tratamos de copiar su comportamiento”. 

En definitiva, para un adolescente seguir estos cinco apartados puede acercarle un poco más a lograr la madurez de la personalidad que tanto ansía. Actuar de esta forma les hará más libres e independientes y se desenvolverán con más naturalidad. 

Sin duda, no necesitamos ser clones de otros. Así que ¡atrévete a ser tú mismo!

Merche Crespo, Aleteia 

Vea también    La independencia en el adolescente




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