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sábado, 17 de abril de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Juan 6, 16-21 Soy yo. No tengas miedo.
 
 

Número 1A, 1948, Pintura de Jason Pollock (1912-1956), Óleo y esmalte sobre lienzo, Pintado en 1948

© Museum of Modern Art, Nueva York

Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.

Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

Comentario

Bulle

Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Poesía, salmo 4; 28/04/1936; paráfrasis salmo 45/46


“Al instante, la barca tocó tierra en el lugar al que se dirigían.” (Jn 6, 21)

Cuando la tempestad se desata
Tú, Señor eres nuestra fortaleza
Te alabaremos, Dios fuerte
auxilio nuestro
Nos amparamos en ti
confiamos en Ti
Aunque la tierra ser resquebraje
el mar embravecido nos amenace.
Que las corrientes malignas crezcan
y vacilen las montañas,
La alegría nos iluminará
porque Tú habitas en medio de nosotros.
La ciudad de Dios te alaba
en ella tienes Tu morada
La preservas en la santa paz
y un río poderoso protege la ciudad de Dios.
Braman las naciones
el poder de los estados se hunde
Cuando él levanta su voz
la tierra tiembla, estremecida.
El Señor está con nosotros
el Señor de los ejércitos
Tú eres para nosotros luz y salvación
no tememos.
Venid a ver, venid todos
a contemplar los prodigios de su poder
Todas las guerras se extinguen
la flecha del arquero se detiene
Tirad al fuego los arcos,
las lanzas y las flechas
El Señor está con nosotros
el Señor nos salva del desastre. (EDD)

Oración

Dios nuestro, que nos has enviado la redención y
concedido la filiación adoptiva, protege con bondad
a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra
fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia eter-
na. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




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