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miércoles, 1 de septiembre de 2021

Evangelio del día

 

Lucas 4:38-44
La suegra de Simón tenía mucha fiebre


Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, le reprendió la fiebre y la dejó. Y ella se levantó inmediatamente y se puso a atenderlos.

Al atardecer, todos los que tenían amigos que padecían enfermedades de uno u otro tipo se los trajeron, y poniendo las manos sobre cada uno de ellos los curó. También los demonios salieron de muchas personas, aullando: "Tú eres el Hijo de Dios". Pero él los reprendía y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Cuando se hizo de día, salió de la casa y se dirigió a un lugar solitario. Las multitudes fueron a buscarlo y, cuando lo alcanzaron, quisieron impedirle que se alejara de ellos, pero él respondió: "Tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios también en las demás ciudades, porque para eso he sido enviado". Y siguió predicando en las sinagogas de Judea.

Comentario

  • Después de la decepcionante recepción que había recibido Jesús en su pueblo natal, la suerte cambió en Cafarnaún, donde sus prédicas, su dominio sin esfuerzo sobre un mal espíritu, sus curaciones de todo tipo de enfermedades, incluyendo a la suegra de Pedro, reforzaron la impresión hasta el punto de que la gente no quería que se fuera, pero Él lo hizo para ir a evangelizar en otras ciudades.
  • Sugiero que te des un tiempo para contemplar los evangelios de ayer y de hoy, observando la escena, los caracteres, ver lo que están haciendo, escuchando lo que dicen. Sobre todo, pregúntate qué impacto tiene Jesús en ti. Cuando ya se ha permitido que la escena y sus caracteres se impriman en tu imaginación, puedes hacer dos cosas 1) Escribir una descripción de tu experiencia en esa predicación, su dominio del demonio y 2) ora para que conozcas más plenamente a Jesús, lo sigas más de cerca y lo ames más profundamente. (espaciosagrado)

Oración

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.

































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