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martes, 25 de enero de 2022

Evangelio del día - Fiesta Conversión de San Pablo,


 

Evangelio según San Marcos 16,15-18.

Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El don de conformarse a Cristo, El Diálogo (Le dialogue, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org


Pablo reviste a Cristo crucificado

[Santa Catalina escuchó Cristo decirle:] Pablo, como un recipiente de arcilla, se dejó moldear y reformar por Mi Bondad, sin ninguna resistencia. Ante mi golpe, tuvo sólo palabras para decir: "Señor, ¿qué quieres que haga? ¡Dime lo que quieres y lo haré!". Le enseñé entonces, proponiendo a su mirada a Cristo crucificado, revistiéndolo con la doctrina de mi Verdad. Lo iluminé con la luz de un arrepentir verdadero, fundado en mi amor que borra su pecado. Sólo de este modo, conoció la doctrina de Cristo crucificado.
Adhirió tan estrechamente que nada desde ese momento lo pudo separar. Ni asaltos del demonio, ni tentaciones de la carne, a las cuales permanecía enfrentado por permiso de mi bondad. Yo lo quería hacer crecer más todavía en mérito y en gracia, y conservarlo en la humildad luego de haberlo hecho gozar de la sublimidad de mi Trinidad. Nunca, ni un instante se separó de esa vestidura. Persecuciones, suplicios, tribulaciones, soportó todo, antes que renunciar a la doctrina de la Cruz. Tanto la había incorporado, que prefirió sacrificar su vida antes que dejar esa vestidura. Con ella retornó a mí, el Padre eterno. (EDD)

Oración

Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos.

Amén.





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