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miércoles, 12 de enero de 2022

Evangelio del día


Evangelio según San Marcos 1,29-39.

Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.
El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados,
y la ciudad entera se reunió delante de la puerta.
Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.
Simón salió a buscarlo con sus compañeros,
y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando".
El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido".
Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
De la oración, Conferencias VIII.XVIII (SC 54, Conférences VIII-XVIII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org


"Jesús fue a un lugar desierto y ahí rezaba" (Mc 1,35)

Imposible distinguir todas las formas de oración, salvo tener una pureza de corazón especial y luz extraordinaria del Espíritu Santo. Su número es tan grande que se pueden encontrar en un alma, mejor dicho, en todas las almas, estados y disposición diferentes. (...)
La oración se modifica en todo instante, según el grado de pureza al que el alma llegó, según su disposición actual, debido a influencias extranjeras o espontáneas. Es cierto que ninguna persona permanece todo el tiempo idéntica a ella misma. Rezamos diferente según tengamos el corazón ligero por la alegría o apesadumbrado por la tristeza o desesperación. También si vivimos la ebriedad de la vida sobrenatural o la depresión por tentaciones violentas; cuando imploramos el perdón de nuestras faltas o pedimos una gracia, virtud, sanación de un vicio. O en la compunción que inspira el pensamiento del infierno y el temor del juicio y cuando ardemos por el deseo de los bienes futuros. En la adversidad y el peligro o en la paz y la seguridad; si nos sentimos inundados de la luz con la revelación de misterios del cielo o paralizados por la esterilidad en la virtud y la sequedad en los pensamientos. (…)
Los diversos modos de oración serán seguidos de un estado más sublime todavía y de una más grande elevación. Es una mirada a Dios sólo, un gran fuego de amor. El alma se funde y se sumerge en la santa dilección. Permanece con Dios como con su propio Padre, familiarmente, con una ternura de piedad particular. (EDD)

Oración

¡Oh vida de mi vida, Cristo santo! ¿A dónde voy de tu hermosura huyendo? ¿Cómo es posible que tu rostro ofendo, que me mira bañado en sangre y llanto?

A mí mismo me doy confuso espanto, de ver que me conozco y no me enmiendo; ya el Ángel de mi guarda está diciendo, que me avergüence de ofenderte tanto.

Detén con esas manos mis perdidos pasos, mi dulce amor; ¿mas de qué suerte las pide quien las clava con la suyas?

¡Ay Dios!, ¿a dónde estaban mis sentidos, que las espaldas pude yo volverte, mirando en una cruz por mí las tuyas? (A Cristo en la cruz.Soneto de Lope de Vega)






















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