FE Y VIDA,
Planes… nos encanta construirlos. Pero ahora tal vez todos nos encontremos sumergidos en la incertidumbre. Pensamos ¿qué pasará con todo lo que tenía planeado hacer?, ¿qué ocurrirá ahora con mis sueños?, ¿qué será del futuro?
Cuando ya tenemos algo planeado y de repente nos cambian ese plan, nos sentimos decepcionados y a veces hasta molestos. Más si es un plan que ya habíamos estado armando durante mucho tiempo y por el cual llegamos a sentir mucha ilusión.
Sabemos que es importante tener objetivos en la vida, pero para alcanzarlos se necesita una planificación. Sin embargo es normal que cada vez que un plan se viene abajo nos embargue la tristeza o el desánimo.
Ayer me encontraba entre lágrimas pensando que tenía una meta que estaba a punto de alcanzar. Lo había planeado todo hace mucho tiempo, pero ahora sé que difícilmente lo podré lograr. Despojarnos de esa ilusión es muy complicado y en ocasiones frustrante.
Pero descubrí que si contamos con Dios todo es distinto. Por eso hoy quiero darte estos tres consejos que seguro te servirán tanto como a mí:
1. Confía en que los planes de Dios son mejores que los tuyos
Dios ya tiene un plan para ti y es importante seguir su voluntad, no la nuestra. Platicando de mi situación con la persona que más admiro y que siempre me alienta con sabías palabras, me dijo: ¿Confías en que Jesús ya sabía que esto iba a pasar, que te ama y que quiere lo mejor para ti?
Continuó diciendo: «…tienes que darle tu fe, dejar que haga su voluntad y confiar en Él con tu vida». Y es cierto (aunque no muy fácil de entender a la primera), tenemos que vivir en su voluntad, ¡no en la nuestra! Él es más
listo, es la sabiduría pura.
Es curioso porque yo a esta persona la conocí precisamente por un cambio de planes. Sin ella no sería la mujer que soy hoy en día y estoy eternamente agradecida por ello. Luego de meditar sus palabras respondí: «Quiero intentar aceptar que Dios tiene mejores planes para mí. Aunque el cambio de esos planes al principio me cueste mucho».
Porque no sé si es tu caso, pero yo soy de las personas que se ilusionan de más. Empiezo a imaginar todo lo que va a pasar cuando esas metas que tengo sucedan y lo feliz que me sentiría. Pero debemos entender que la voluntad de Dios y sus planes son mucho mejores que los nuestros.
Hoy puedo decir que su voluntad me dio algo mejor, algo que superó mis expectativas, todo valió la pena. ¡Así que confía!
2. Convéncete de que Dios sabe por qué hace las cosas
Esto suena a frase de abuelita, a un dicho que hemos escuchado por años, pero que termina siendo cierto. Dios ya lo tiene todo resuelto, desde antes de que nacieras. Tu ansiedad sobre el futuro es un desperdicio de hoy, porque no cambiará nada.
Entonces no vivas del pasado o del futuro, vive del hoy. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero verás resultados si te centrar en el presente. Ve a tu ritmo, no temas pedirle ayuda a Dios, a tus amigos o familiares. Ora con la certeza de que hay un Dios que te escucha siempre. Si sientes que la esperanza te abandona te recomiendo leer este texto.
3. Acepta que no todo está bajo tu control
Sus planes son los mejores, aunque no lo entendamos a la primera. Si las cosas no salen como querías, recuerda esta reflexión y ten presente que pase lo que pase Él siempre va a estar a tu lado. ¿No es reconfortante saber que tenemos a alguien que no nos defraudará?
Cierro con está frase que tengo pegada en mi espejo y que todos los días me gusta leer: «Querido Dios, si hoy pierdo mis esperanzas, por favor recuérdame que tus planes son mejores que mis sueños».
Artículo elaborado por Paloma Ávila Torres.
Vea también El Decálogo, respuesta a la gracia
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