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viernes, 28 de enero de 2022

Evangelio del día




 

Evangelio según San Marcos 4,26-34.

Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967)
carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida
La unión transformante, Quiero ver a Dios (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949), trad. sc©evangelizo.org


El Reino de Dios es como la semilla que germina y crece

No podemos pedir a la gracia divina revelar todas sus potencialidades durante el período de crecimiento. La semilla que muere, el delicado tallo que sube, no dicen exactamente lo que portan en ellos. Toda germinación y crecimiento se hacen en el caos o, al menos, en el misterio. El desarrollo pleno sólo extiende las propiedades de la vida ya presente y la calidad del fruto.
En la unión transformante, después de los períodos oscuros que han escondido varias propiedades, la gracia descubre sus riquezas esenciales y muestra que realiza una transformación que nos hace semejantes al amor de Cristo Jesús. La expansión externa de Cristo Jesús en las almas, tomará diversas formas, ya que esta gracia de Cristo es multiforme y brilla con reflejos diversos. Pero la transformaciónen en Cristo debe ser real y profunda y debe afirmarse por la semejanza que crea el amor en la voluntad, los pensamientos, los sentimientos y la actividad exterior. (...)
El doble realismo que debemos exigir de la unión transformante, para reconocerla verdadera y auténticamente cristiana, es la divinización de la naturaleza para que seamos hijos de Dios y la encarnación de la vida divina para que seamos cristianos. (EDD)

Oración

He visto una semilla Señor,
que ha caído en la vereda del camino.
Tú la creaste.
¿Qué hace allí?

Espera la tierra fértil,
La lluvia del invierno
La brisa del verano.

Si no los encuentra,
¿dónde podrá germinar?

Un niño pasa cerca, pero no la ve.

El viento la mueve a su gusto,
de un lado a otro.

Debe germinar, y crecer
y dar frutos. Para eso la creaste.

Soy como esa semilla Señor.

El viento me lleva de un lado a otro
y aún no vivo, según tu voluntad.

Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos para ti.

Señor yo también quiero germinar y crecer.
Quisiera hacer tantas cosas y no puedo.

Reconozco mi inutilidad.
Sin ti, ¿qué puedo hacer?

Tú lo has dicho: “Sin mí no pueden nada”.
Y yo, sin ti, nada puedo.

Soy una semilla Señor.
Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos

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