Aquí podemos ofrecerle sólo unos pocos aspectos de las mil maravillas de la Santa Misa
Concorpóreo y consanguíneo de Cristo. |
Con plena seguridad participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. Porque en figura de pan se te da el Cuerpo y en figura de vino se te da la Sangre para que, habiendo participado del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, seas concorpóreo y consanguíneo suyo; y porque así somos hechos portadores de Cristo, al distribuirse por nuestros miembros su Cuerpo y su Sangre. Así, según el bienaventurado Pedro, somos hechos consortes de la divina naturaleza 2 p 1,4. San Cirilo de Jerusalén, Doctor de la Iglesia |
En lo que ofrece, la Iglesia se ofrece sí misma. |
...He aquí, entonces, lo que ha ocurrido: mi pobre don (las ofrendas), carente de valor, se ha convertido en el don perfecto para el Padre. Jesús, no se da solo en el pan y el vino, nos toma también a nosotros y nos cambia (místicamente, no realmente) en sí mismo, nos da también a nosotros el valor que tiene su don de amor al Padre. En ese pan y en ese vino estamos también nosotros: En lo que ofrece, la Iglesia se ofrece sí misma San Agustín. P. Raniero Cantalamessa OFMCap |
Es Cristo quien pone ese valor que yo no puedo poner en mi ofrenda. |
...En el ofertorio hemos ofrecido pan y vino, que para Dios no tenían, obviamente, ni valor ni significado por sí mismos. Ahora, en la consagración, es Cristo quien pone ese valor que yo no puedo poner en mi ofrenda. En este momento pan y vino se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo que se entrega a la muerte en un supremo acto de amor al Padre. P. Raniero Cantalamessa OFMCap |
Dos milagros. |
En la Eucaristía tienen lugar dos milagros: uno es el que hace del pan y del vino el cuerpo y la sangre de Cristo; el otro es el que hace de nosotros "un sacrificio vivo agradable a Dios", que nos une al sacrificio de Cristo, como actores, y no sólo como espectadores... P. Raniero Cantalamessa OFMCap |
Dos partes del mismo misterio. |
La Eucaristía y el Sacerdocio son como dos partes del mismo misterio, cómo ninguna de esas partes puede estar sin la otra y cómo debemos los sacerdotes mostrar ese amor en la devoción con que debemos celebrar la Misa, en la frecuencia y ternura con que debemos visitar nuestro Sagrario, y hasta en la delicadeza y la ternura con que debemos tratar la Eucaristía y todo lo que a ella se refiere, procurando para ella lo más rico, lo más bello, lo más limpio, aun en las cosas materiales. Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
¡Si conocieras el don de Dios! |
¡Si conocieras el don de Dios! Jn 4, 10 Jesús es el Don de Dios; el sacerdote es también el don de Dios. Por consiguiente, el sacerdote no se pertenece: es un don. Le pertenece a quienes Dios hizo ese don, es decir, a las almas. Pero es el don de Dios; al darnos, no les hemos de dar a las almas nuestra miseria -¿para qué quieren eso?-; debemos darles a Jesús, porque debemos estar transformados en Él. Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
Que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de Dios. |
Hoy nos hará bien pedir al Señor que dé a todos nosotros este 'sentido de lo sagrado', este sentido que nos hace entender que una cosa es rezar en casa, rezar en la iglesia, rezar el Rosario, rezar tantas oraciones hermosas, hacer el Vía Crucis, muchas cosas bellas, leer la Biblia... y otra cosa es la celebración eucarística. En la celebración eucarística entramos en el misterio de Dios, en aquel camino que nosotros no podemos controlar: solamente Él es el Único, Él la gloria, Él es el poder, Él es todo. Pidamos esta gracia: que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de Dios. S.S. Francisco |
No hay comentarios:
Publicar un comentario