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domingo, 22 de mayo de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Juan 14,23-29.

Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»
Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Relaciones, 46 y 48


«El que me ama... y vendremos a él y haremos morada en él»

Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma y parecióme estar Dios de manera en ella, que me acordé cuando san Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo» (Mt 16,16); porque así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleva fuerza con la fe; de manera que no se puede dudar que está la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en nuestras almas. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí: «No es baja, hija mía, pues está echa a mi imagen» (Gn 1,27).
Estando una vez con esta presencia de las tres Personas que traigo en el alma, era con tanta luz que no se puede dudar el estar allí Dios vivo y verdadero... Yo estaba pensando cuán recio era el vivir que nos privaba de no estar así siempre en aquella admirable compañía, y... díjome el Señor: «Piensa, hija, cómo después de acabada no me puedes servir en lo que ahora, y come por Mí y duerme por Mí, y todo lo que hicieres sea por Mí, como si no lo vivieses tú ya, sino Yo, que esto es lo que dice san Pablo» (Gal 2,20). (EDD)

Oración

¡Padre, Dios de bondad, eres mi Padre, porque en el principio era la Palabra, y la Palabra estaba en Ti, y la Palabra eres Tu  que estás en todo y estoy en esta vida por voluntad tuya! ¡Padre, quiero convertirme en un hijo tuyo, nacer de nuevo, convertirme en una criatura de la que te sientas orgulloso, que mi vida esté jalonada según los principios del amor, del servicio, del perdón, de la generosidad, de la misericordia, de la verdad, de la autenticidad! ¡Deseo, Padre, que mi vida esté transformada e inspirada por la fuerza poderosa del Espíritu Santo, con un corazón renovado que me permita vivir siempre en la santidad! ¡Te pido, Padre, que me salves, que cambies mi corazón, que me encamines hacia la vida eterna, que me conviertas en tu hijo adoptivo, que me recibas, que me adoptes, que me lleves a Ti porque fuiste tu mismo quien me creaste, que pensó en mi antes de la creación del mundo, eres tu quien quiere adoptarme como hijo! ¡Padre, soy pecador, perdona mis pecados porque me alejan de ti; te pido por tantas cosas malas que te han ofendido, que han dañado al prójimo, que han provocado daño a los demás y a mi mismo! ¡Te doy gracias, Padre, porque tu adopción se revela también con la sangre derramada por Cristo, tu Hijo, que me permite por su crucifixión y su resurrección aspirar a una vida nueva! ¡Tu, Padre, escribes mi nombre en el Libro de la Vida, me otorgas la fe para creer en Ti, para confesar que Cristo es mi salvador, para seguir la guía de tu Santo Espíritu! ¡Hazme consciente de que Jesús murió cargando con el sufrimiento por causa de mis pecados, quebrantado por mis iniquidades y mis desprecios, pero sus llagas me sanan! ¡Por eso, Padre, quiero llevar una vida santa, recibir en mi vida los dones del Espíritu Santo, espíritu de vida y de adopción, para que me revele el camino a seguir, para instruirme en la senda que me conduce a tu adopción, para que me revele la verdad de mi vida que me lleva siempre a Ti! 

(conelcorazonabierto.com)

Comentario para Matrimonios

“Acostumbrarme” a ti.

En una relación de comunión, hay una entrega mutua. Dios ya se ha entregado a través de Su Hijo Jesucristo, y ahora falta que me entregue también yo, para que la entrega sea mutua, bidireccional, de comunión. El Espíritu de Dios, se ha habituado a estar en nosotros por la Encarnación del Señor, por la que vivió una vida humana plena. Se “acostumbró” a vivir una vida humana, limitada, a estar entre pecadores y a quedarse en nosotros para siempre. Pero ¿cuál es mi respuesta? ¿En qué momento me “acostumbro” yo a estar presente en la vida de Dios? ¿Cómo lleno yo de Dios mi corazón? Guardando Sus palabras en él. Es lo que hacía María, guardaba Su palabra en Su corazón para meditarla, para estar en Él, en Sus criterios, en Su plan, en Su voluntad.
Para cerrar el círculo de la comunión entre Dios y yo, tengo que habituarme a estar en Él, habitar el Él, como Él habita en mí. El Espíritu me ayudará. ¡Seguro!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carla: Yo pienso que este fin de semana deberíamos descansar y estar juntos.
Jaime: Carla, yo creo que deberíamos ir a ver a mis padres un rato. Eso no interrumpirá demasiado nuestro descanso ni nuestro tiempo de estar juntos en todo el fin de semana.
Carla: Eso lo condiciona todo. Introduce cierta tensión entre nosotros, y necesitamos relajar el ambiente y verter agua cristalina entre nosotros. Pero vamos, como tú veas.
Jaime: Carla, no estamos de acuerdo. ¿Qué hacemos? Por mí, hacemos lo que tú digas.
Carla: Jaime, creo que ninguno de los dos busca nada por egoísmo, ambos buscamos el bien común, ambos estamos dispuestos a ceder, pero somos incapaces de discernir la voluntad de Dios. ¿Qué te parece si llevamos este discernimiento a nuestro director espiritual?
Jaime: Me parece muy bien. Lo que él nos diga, eso hacemos.
Juntos llaman el Padre Ramón: Hola Padre. ¿Podemos hacerle una consulta? Resulta que este fin de semana no nos ponemos de acuerdo… (y cuentan la situación)
P. Ramón: Carla, ¿por qué introduce tensión entre vosotros la visita a tus suegros?
Carla: Me la produce a mí, porque ha habido muchas situaciones dolorosas, y tengo miedo que se repita alguna de ellas.
P. Ramón: Jaime, ¿qué opinas de que a Carla se le genere esta situación de tensión?
Jaime: No me gusta, me duele, pero es un tema que tenemos que superar juntos. Eso no puede impedir que vayamos a ver a mis padres. Hay un mandamiento.
P. Ramón: ¿Pero cuál es tu prioridad? También hay otro que es “dejarás a tu padre y a tu madre y te unirás a tu mujer”. ¿Cuál quiere el Señor que sea tu prioridad?
Jaime: Obviamente mi esposa.
P. Ramón: ¿Qué os parecería si este fin de semana lo dedicáis a descansar juntos y os acercáis entre semana un rato a ver a los padres de Jaime? Contestad, con toda paz.
Jaime: Por mí, bien.
Carla: Por mí, también.
P. Ramón: Pues un abrazo y que descanséis.

Madre,

Cristo nos deja Su paz, que es como un compendio de todo lo que nos puede dar. Gloria a Dios en el cielo y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.

(proyecto amor conyugal)

































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