Aquí podemos ofrecerle solamente unos pocos aspectos
de las mil maravillas de la Santa Misa
Nutrirnos diariamente del Pan Celestial. |
San Pio X |
Mediante esta comparación (Jn 6,59) con el pan y el maná, los discípulos podían comprender fácilmente que, siendo el pan el alimento cotidiano del cuerpo y que habiendo sido el maná el alimento cotidiano de los Hebreos en el desierto, de la misma manera, el alma cristiana podría nutrirse cada día del Pan Celestial.El Pan Eucarístico y el Pan de la Palabra. |
San Agustín |
La misma Iglesia, que recomienda la comunión cotidiana del cuerpo de Cristo, aconseja también la audición o la lectura cotidiana de su Palabra, ofrecida precisamente como alimento en la liturgia eucarística.La Santa Misa es lo más grande que pueda haber. |
San Alfonso María de Ligorio |
La Santa Misa es la mayor gracia que da Dios a los hombres. La Misa es el más bello y precioso tesoro que posee la Iglesia.¿Quién podrá dar gracias suficientes por una sola comunión? |
Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
¿Quién podrá dar gracias suficientes por una sola comunión, sobre todo, cuando se participa de una manera tan perfecta? Aunque todo el hombre se convirtiera en amor, no acertaría a corresponder al amor infinito que Cristo muestra en la Eucaristía y en el matrimonio espiritual: solamente el Espíritu de Cristo, su amor hecho nuestro por participación, puede dar al santo Verbo de Dios, hecho nuestra Eucaristía, una respuesta digna de El, devolverle un amor suficiente y, pagándole la gratitud a la que tiene derecho, rogarle como conviene, en nombre de toda criatura.Los méritos infinitos de la Santa Misa. |
San Alberto Magno |
El que celebra o asiste a la Santa Misa y reflexiona sobre su valor infinito, y hace formal intención de dar con ella toda la gloria posible a Dios, merece más que si ayunara a pan y agua todo un año y que si se azotara hasta derramar toda la sangre de sus venas, o rezara trescientas veces el Salterio entero.Para volvernos santos y edificar el prójimo. |
San Juan Crisóstomo |
Vamos con la debida modestia al encuentro del Rey de los cielos. Y al recibir esta Hostia santa e inmaculada, la besamos con efusión y, abrazándola con nuestra mirada, inflamamoas nuestra mente y nuestra alma, uniéndonos a ella no para juicio y condenación, sino para volvernos santos y edificar el prójimo.Jesús es nuestro en la Comunión. |
Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
No acertamos a comprender hasta qué punto es Jesús nuestro en la Comunión.
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