Entradas populares

lunes, 23 de mayo de 2022

Evangelio del día

Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4a.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.
Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.»

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 108; PL 52, 499


Ofrecer un sacrificio a Dios

“Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo” (Rm 12,1). Por este ruego el Apóstol promueve a todos los hombres a la altísima dignidad del sacerdocio… El hombre no ha de buscar fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que aporta consigo, en su misma persona, lo que ha de sacrificar a Dios… Os exhorto —dice—, por la misericordia de Dios. Este sacrificio, hermanos, es semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo vivo por la vida del mundo: él hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya que murió y ahora vive. Esta víctima admirable pagó su tributo a la muerte, pero permanece viva, después de haber castigado a la muerte ...Por esta razón, los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra.
Es lo que había cantado el profeta: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo (Heb 10, 5). Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.
Ofrece tu fe para castigar la incredulidad; ofrece tu ayuno para poner fin a la voracidad; ofrece tu castidad para que muera la sensualidad; sé ferviente para que cese la maledicencia; haz obras de misericordia para poner fin a la avaricia; y para suprimir la tontería, ofrece tu santidad. Así tu vida se convertirá en tu ofrenda si no ha sido herida por el pecado. Tu cuerpo vive, sí, vive, cada vez que matando el mal en ti, ofreces a Dios virtudes vivas. (EDD)

Oración

¡Ven Espíritu Divino!
(Secuencia de Pentecostés, el himno más antiguo)

Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

(cope.es)
































No hay comentarios:

Publicar un comentario