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domingo, 29 de mayo de 2022

Evangelio del día

Evangelio según San Lucas 24,46-53.

Jesús dijo a sus discípulos: "Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto."
Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto".
Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.
Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría,
y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
§ 92, salmo 46 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002), trad. sc©evangelizo.org


La alegría por la felicidad de Dios

“¡El Señor asciende entre aclamaciones! Asciende al sonido de trompetas. ¡Canten, canten a nuestro Dios! ¡Canten, canten a nuestro Rey!” (Sal 47(46),6-7). (…) Los últimos versículos de este salmo se aplican a la gloria de Dios y, particularmente, a la Ascensión de nuestro Señor: “El Señor asciende entre aclamaciones”.
Está en la tierra y en el cielo, el fundamento sólido e inquebrantable de nuestra alegría: la felicidad que Dios es Dios, la felicidad que nuestro Señor “resucitó y no morirá nunca más” (Rom 6,9) y es eternamente bienaventurado. ¡Gracias mi Dios por darnos esta fuente infinita de alegría, ponerla en tus santos libros, en la santa liturgia y verterla por gracia en nuestros corazones, haciéndonos comprender y gustar esta bienaventurada verdad! ¡Qué bueno eres en compartirnos desde este exilio y en la medida de nuestro amor, la felicidad de los bienaventurados del cielo! (…)
Sobre la tierra habrá sombras, pero que esta visión de paz y felicidad infinita ponga en nuestras almas un fondo de paz y de felicidad invariable, que nada puede sacar, ya que su fundamento es eterno. Lleguen las tristezas si deben venir, Jesús las ha tenido. Pero que ellas estén sólo en la superficie de nuestras almas, que el fondo permanezca invariablemente sereno, cómo el fondo del alma de Jesús, siempre unido al Padre, siempre en posesión de la visión beatífica. No tenemos aún esta visión, es cierto, pero tenemos como el alba, la aurora. (EDD)

Oración

Me siento alegre, orgulloso y feliz de sentirme miembro del Cuerpo de Cristo. Siento de verdad que, como miembro de la Iglesia, participo del sacerdocio de Cristo. Es porque estoy conectado con Cristo que comparto Su misión. Es exactamente por eso que recordamos el bautismo al comienzo de cada Eucaristía. Porque el día de mi bautismo me uní espiritual y humanamente a Dios y en mi confirmación dije sí con un corazón sincero en la plenitud de la Fe a mi condición de cristiano. Entonces soy un cuerpo cuya cabeza es Cristo y estoy invitado a seguir el mismo movimiento que Él, el de una ascensión. Esta es una buena noticia y un verdadero motivo de alegría. Y este gozo no me es dado para que lo guarde solo para mi sino para dar testimonio de él, difundirlo, darlo y transmitirlo. Ser testigo de Cristo es mi misión, es la forma en que soy verdaderamente miembro pleno del Cuerpo de Cristo, es la forma en que puedo participar realmente de esta ascensión, porque si Jesús está cerca del Padre, es bueno por eso también estar allí.

Así, como discípulo, hoy y todos los días, quiero ir al encuentro del Padre que está en el fondo de mi corazón, donde Dios reside, con el fin de que con mis gestos y mis actitudes sea capaz de alabarlo, amarlo y también dejarme amar.

¡Señor, subes al cielo y nos dejas la misión a los laicos de tu Iglesia en este siglo que avanza y en este tiempo de pandemia! ¡Nos invitas, Señor, a ir y hacer discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que nos has enseñado! ¡Ahora espero la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés con alegría y esperanza! ¡Señor, te has ido al Padre y yo permanezco en el mundo para cumplir tu misión de llevar Tu Palabra al corazón de mi entorno familiar, social, profesional, eclesial; envía a tu Espíritu para que me asista siempre! ¡Señor, me siento responsable de la misión que me encomiendas! ¡Y siento, Señor, que tu Ascensión me sitúa en el tiempo de la Iglesia viviendo con responsabilidad tu en propia vida y haciendo partícipe a los que me rodean de tu Buena Nueva, comunicando lo que siente mi corazón y tratando de contagiar mi fe a los que se cruzan en mi camino! ¡Señor, no permitas que me quede embelesado mirando al cielo porque no puedo no cumplir la misión que nos encomiendas! ¡No permitas que, como los discípulos, me desoriente ante tu Ascensión, sino que me ponga enseguida manos a la obra! ¡Y hazme comprender en todo momento que mi vida es un misterio que me debe hacer tomar conciencia de que la tierra que piso, que los acontecimientos que vivo, que las circunstancias que me envuelven no son eternas sino pasajeras, que el destino definitivo es el cielo donde estás Tu y es el lugar al que aspiro!

(orarconelcorazonabierto)
























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