Evangelio según San Juan 14,1-6.
Jesús dijo a sus discípulos: |
"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. |
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. |
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. |
Ya conocen el camino del lugar adonde voy". |
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". |
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938) |
«Donde yo estoy, también estaréis vosotros»
¡Ah! si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo. Al amar a Jesús, al amar a Cristo, también forzosamente se ama lo que Él ama. ¿Acaso no murió Jesús de amor por los hombres? Pues al transformar nuestro corazón en el de Cristo, también sentimos y notamos sus efectos... Y el más grande de todos es el amor... el amor a la voluntad del Padre, el amor a todo el mundo, que sufre, que padece... Es el padre, el hermano lejano, sea inglés, japonés o trapense; el amor a María... En fin. ¿Quién podrá comprender el Corazón de Cristo? Nadie, pero chispitas de ese Corazón hay quien las tiene..., muy ocultas..., muy en silencio, sin que el mundo se entere. |
Jesús mío, qué bueno eres. Tú lo haces todo maravillosamente bien. Tú me enseñas el camino; Tú me enseñas el fin. El camino es la dulce Cruz..., es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas en el Calvario, o en el Huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre oblato trapense que a veces sufre junto a tu Cruz. Pero no importa; al contrario..., la suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por Tí. Las lágrimas junto a tu Cruz, son un bálsamo en esta vida de continua renuncia y sacrificio; y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles, cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza. He aquí cómo Tú transformas las espinas en rosas. |
Mas ¿y el fin?... El fin eres Tú, y nada más que Tú... El fin es la eterna posesión de Ti allá en el cielo con Jesús, con María, con todos los ángeles y santos. Pero eso será allá en el cielo. Y para animar a los flacos, a los débiles y pusilánimes como yo, a veces te muestras al corazón y le dices..., ¿qué buscas? ¿qué quieres? ¿a quién llamas?... Toma, mira lo que soy... Yo soy la Verdad y la Vida. |
Y entonces derramas en el alma delicias que el mundo ignora y no comprende. Entonces, Señor, llenas el alma de tus siervos de dulzuras inefables que se rumian en silencio, que apenas el hombre se atreve a explicar... Jesús mío, cuánto te quiero, a pesar de lo que soy..., y cuanto peor soy y más miserable, más te quiero..., y te querré siempre y me agarraré a Ti y no te soltaré, y... no sé lo que iba a decir. (EDD) |
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