Como cada domingo, el Papa Francisco ha comparecido ante miles de fieles desde la ventana del Palacio Apostólico ante la Plaza de San Pedro para el rezo del Regina Caeli y la reflexión sobre el Evangelio del día. Hoy ha meditado sobre la última cena y cómo en esta difícil ocasión, Jesús también fue un ejemplo de paz y mansedumbre.
En primer lugar, Francisco llamó la atención sobre cómo "en un momento que no es precisamente sereno", Jesís se despidió de los apóstoles con afecto y serenidad. "Sabe [que casi todos lo abandonarán], y con todo no reprocha, no usa palabras severas, no pronuncia discursos duros. En vez de mostrar agitación, permanece afable hasta el final", explicó.
Tras lo sucedido, resaltó cómo Jesús también mantuvo su actitud ejemplar pese a que experimenta miedo y dolor: "No deja espacio al resentimiento y la protesta. No se deja llevar por la amargura, no se desahoga, no se muestra incapaz de soportar… Está en paz, una paz que proviene de su corazón manso", de donde surge "la paz que Jesús nos deja: no se puede dejar la paz si uno no la tiene".
¿Cómo se traslada el ejemplo de mansedumbre del Señor en los fieles? Explica Francisco que "nos quiere mansos, abiertos, disponibles para escuchar, capaces de aplacar las disputas y tejer concordia: esto es dar testimonio de Jesús y vale más que mil palabras y que muchos sermones".
También lanzó a pregunta a los miles de fieles que escuchaban sobre si en el día a día "aliviamos las tensiones y apagamos los conflictos" o "estamos siempre preparados para reaccionas y estallar".
Ser manso "no es fácil": hay que empezar viéndolo "como un regalo"
A lo largo de la meditación, el Santo Padre afirmó que practicar la mansedumbre de la que habla Jesús "no es fácil". "Nosotros solos no somos capaces de custodiar la paz, necesitamos una ayuda", explicó: esta no es otra que contemplar la paz como un "don de Dios", como "la misma presencia de Dios en nosotros".
"Es Él, el Espíritu Santo, quien desarma el corazón y lo llena de serenidad. Es Él, el Espíritu Santo, quien deshace las rigideces y apaga la tentación de agredir a los demás. Es Él, el Espíritu Santo, quien nos recuerda que junto a nosotros hay hermanos y hermanas, no obstáculos y adversarios, y con Él, nos transformamos en hombres y mujeres de paz", menciona.
Francisco concluyó su alocución animando a los asistentes a convencerse de que "ningún pecado o fracaso" debe desanimarlos ante las súplicas y oraciones por el don del Espíritu Santo.
"Cuando más sentimos que el corazón está agitado, cuanto más advertimos en nuestro interior nerviosismo, intolerancia, rabia… más debemos pedir al Señor el Espíritu de la paz", concluyo.
Tras la reflexión y el rezo del Regina Caeli, Francisco mencionó la beatificación de la fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe para el sostenimiento de las misiones, Pauline Marie Jaricot.
En el evento, que tendrá lugar la tarde de este domingo en Lyon (Francia), Francisco alentó a todos los asistentes a seguir el ejemplo de la próxima santa para "participar, con la oración y la caridad, en la difusión del Evangelio en el mundo".
Una multitud de fieles de España, Portugal, Francia, Bélgica, Polonia y Puerto Rico y sacerdotes de Ecuador acudieron este domingo a escuchar al Papa personalmente, que les transmitió sus saludos tras el rezo del Regina Caeli.
Implorando al Auxilio de los Cristianos en China
También recordó las "vicisitudes" y la "compleja" situación de la Iglesia en China, por lo que invitó a los fieles a celebrar especialmente la festividad de la Santísima Virgen Auxilio de los Cristianos. Una advocación "especialmente querida" por ellos que "veneran a la Auxiliadora como su patrona en el Santuario de Sheshan (Shanghai)".
"Que la Iglesia en China, en libertad y tranquilidad, pueda vivir en comunión efectiva con la Iglesia universal y ejercitar su misión de anuncio del Evangelio a todos, ofreciendo así también una contribución positiva al progreso espiritual y material de la sociedad", rezó.
También tuvo unas palabras de aliento dedicadas a los organizadores y participantes del evento celebrado en Roma "Elijamos vida".
"Hoy en día nos inclinamos cada vez más a pensar que la vida es un bien a nuestra total disposición, que podemos elegir manipular, hacer nacer o morir a nuestro gusto, como resultado exclusivo de una elección individual. ¡Recordemos que la vida es un don de Dios! Siempre es sagrada e inviolable", concluyó.
J.M.C., ReL
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