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viernes, 10 de junio de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Mateo 5,27-32.

Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

Tertuliano (c. 155-c. 220)
teólogo
A su esposa II, 9


“Allí donde dos estén reunidos, Él está presente”

¿Dónde voy a encontrar la fuerza para describir de manera satisfactoria la felicidad de un matrimonio cristiano? La Iglesia confirma el contrato, la ofrenda eucarística lo sella con la bendición, los ángeles lo proclaman y el Padre celestial lo ratifica.
¡Qué dulce y santa alianza aquella en la que los dos son cristianos (Mt 11,29), unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio¡ Los dos son hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor… son ciertamente dos en una sola carne(Mt 19,5). Allí donde la carne es una, uno también es el espíritu. Juntos oran, juntos se postran, juntos observan a los jóvenes; se instruyen mutuamente, se exhortan mutuamente, se dan ánimos mutuamente.
Los encontráis juntos en la iglesia, juntos en el banquete de Dios, juntos en las pruebas, las persecuciones, los consuelos. Entre ellos no existe ningún secreto, ninguna escapatoria, ningún motivo de pena. Con toda libertad visitan a los enfermos, asisten a los indigentes. Para la limosna ninguna tacañería, para el sacrificio ningún contratiempo, para la observancia de los deberes cotidianos no hay trabas. En su casa ningún signo de cruz furtivo, saludo inquieto, bendición muda. Entre ellos, resuenan salmos e himnos; se provocan mutuamente para saber quien entona el mejor canto a su Señor. Cristo se alegra de esta vista en este concierto. Les envía su paz. Allí donde dos están reunidos, él también está presente (Mt 18,20). Allí donde él está presente, el malvado no tiene lugar.

Oración

Amado Padre Celestial, Omnipotente y gran Señor; a ti sea toda la gloria y la honra por siempre y para siempre. Porque solo tú eres digno de recibir suprema alabanza y adoración, mi alma y corazón anhelan tu presencia.

Amado Señor, Rey de todo;

primeramente quiero darte gloria y honra,

porque solo mereces recibirla.

 

No hay otro Dios mejor que tú,

el Alfa y la Omega, principio y fin.

 

Eres merecedor de toda adoración

y alabanza; porque por

ti fueron hechas 

todas las cosas, y solo

por ti dejarán de ser.

 

Ciertamente, bendito Señor,

reconozco que soy carne,

la cual es pecaminosa

y llena de perversidad.

 

Debido a esto, temo en algún

momento tropezar

y dejarme llevar por

apetitos de la carne.

 

Por lo tanto, Dios mío,

te ruego que seas sujetando mi carne

a tu santa voluntad.

 

Quita de mí todo deseo

carnal y maligno, porque yo

solo quiero servirte

en perfecta santidad.

 

Líbrame, oh Padre,

del deseo desenfrenado;

debido a esto, me he

visto en pruebas y

tentaciones, más no quiero fallarte.

 

Amado Padre,

mi cuerpo es tu

templo y morada.

 

Por lo que anhelo siempre

permanezca limpio

y sin mancha, en tu palabra

está escrito que 

nuestra vestidura debe ser pura,

banca y sin mancha.

 

Por lo que, te ruego mi Señor,

limpia mi corazón de cualquier

cosa que ensucie

tu santo templo.

 

Asimismo, controla mis emociones

y mis pensamientos, que sean

siempre según tú

santa y divina voluntad.

 

Padre bueno,

instrúyeme en el buen camino;

porque por mis propios designios

es que puedo caer.

 

Toma control de mis ojos, 

ya que ellos pueden ser

arma para yo caer.

 

Toma cautivo mi carne;

ya que por sí sola peca y yo

quiero permanecer

en santidad delante de ti.

 

Toma control de mis manos,

porque pueden 

ser tomadas contra mí.

 

Reconozco, mi Señor,

que sin ti nada puedo hacer.

 

Claro está que solo

contigo puedo pasar 

y salir en victoria ante todo

problema o tribulación.

Desecha mi antigua

manera de vivir;

porque vivía en constantes

equivocaciones.

 

Aparta de mí toda

inmundicia y cualquier

otra cosa mala que perturbe

mi comunión contigo.

 

No puedo estar tranquilo sabiendo 

que el enemigo está al

asecho y en constante

movimiento para yo caer.

 

Ya que esa es la tarea 

que más le gusta hacer, más

tú Poderoso Gigante

puedes más que todo eso.

 

Cristo bendito,

sé tú fortaleciéndote en mi debilidad.

 

Así como estuviste en las

pruebas junto a Job,

permanece junto a mí y

guíame por tu senda.

 

Amado Padre,

recibe toda adoración

por toda la eternidad.

 

Asimismo te agradezco por

toda tu misericordia,

porque a pesar de mi

forma pecaminosa,

aun así permaneces junto a mí.

 

Gracias te doy, oh Dios,

porque sé que estás obrando en mí,

vivo confiado en que si

permanezco junto a ti.

 

Nada podrá tocarme y solo moraré

en santa comunión contigo.

 

Finalmente,

solo tú conoces lo que

hay en mi corazón.

 

Por tanto te pido que obres en él

conforme lo que creas es

lo mejor para mí.

 

Amén.

(fielesadios.org)






















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