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jueves, 16 de junio de 2022

Evangelio del día



Evangelio según San Mateo 6,7-15.

Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Cipriano (c. 200-258)
obispo de Cartago y mártir
La oración del Señor, 18


«Nuestro pan de cada día»

"El Pan nuestro de cada día, dánosle hoy.» Estas palabras se pueden entender en sentido espiritual o en sentido literal: en la intención de Dios, las dos interpretaciones deben contribuir a nuestra salvación.
Nuestro pan de vida es Cristo; este pan no es para todos, sino para nosotros. Así como decimos «Padre nuestro» porque es el Padre de los que tienen fe, así también llamamos a Cristo «nuestro pan» porque es el pan de los que forman su cuerpo. Es para obtener este pan que oramos todos los días; no quisiéramos (...) a causa de una falta grave (...) privarnos del pan del cielo, separarnos del cuerpo de Cristo, de él que ha proclamado: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo: el que come de este pan, vivirá eternamente. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo» (Jn 6,51). (...) El Señor nos ha alertado: «Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn 6,53). Pedimos, pues, todos los días recibir nuestro pan, es decir, a Cristo, para permanecer y vivir en Cristo, y no alejarnos, en absoluto, de su gracia y de su cuerpo.
También podemos comprender esta petición de la siguiente manera: hemos renunciado al mundo; por la gracia de la fe hemos rechazado sus riquezas y seducciones; pedimos simplemente su alimento. (...) El que comienza a ser discípulo de Cristo y renuncia a todo según la palabra del Maestro (Lc 14,33), debe pedir el alimento de cada día y no preocuparse de un largo plazo. El Señor ha dicho: «No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos» (Mt 6,34). El discípulo, pues, pide con razón su alimento de cada día, puesto que le está prohibido inquietarse por el día de mañana. (EED)



Oración (cantada)


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